Que Llanes, al igual que el resto de la comarca oriental, es tierra de buen comer hay muy poca gente que lo ponga en duda. Pero es que además también es tierra de buen chocolate, algo que viene avalado por los galardones; concretamente por el segundo premio logrado por uno de los bombones de las confiterías Ortegal en el concurso del mejor bombón artesano de Asturias, otorgado en el marco de la feria Salenor.

Se trata de un bombón diferente, del que sorprende que en sus pequeñas dimensiones pueda llevar tantos ingredientes, concretamente once. Algunos tan reconocibles como la manzana, la vainilla y, por supuesto, el chocolate, pero también otros más sorprendentes como las flores. Para estos confiteros llaniscos, la creación de dulces no es algo que les sea ajeno. No en vano, la familia lleva unos cuarenta años dedicada al negocio. "Ya empezó mi abuela, y ahora estamos en ello la tercera generación", cuenta Alfredo Otero. De hecho, mientras habla se encuentran en el obrador hasta cuatro miembros de la familia elaborando sus productos. "Es un negocio familiar", afirman. Un negocio que comenzó como algo pequeño y que los miembros de esta familia han hecho crecer gracias a su esfuerzo y a su unión a lo largo de estos años.

El premio ha dejado muy buen sabor de boca dentro de esta familia pastelera, pues a pesar de su amplia experiencia tan solo llevan un año trabajando el chocolate. ¿Su secreto? Allí lo tienen claro. "Todo es gracias al maestro chocolatero, que lleva muchos años dedicado a esto", cuenta Otero. El maestro en cuestión, José Antonio Darriba, resta importancia a su trabajo: "No es para tanto, es cuestión de experiencia, pero ellos lo hacen bien".

Ahora, tras este galardón, todos ellos se afanan por preparar sus bombones para que sean sus vecinos quienes los prueben y ver si las críticas de los llaniscos y de los visitantes que se acercan al concejo también son positivas, ya que el gran público es exigente.

Eso sí, antes incluso de probarlos a buen seguro que todos los que posen sus ojos en ellos sentirán curiosidad, ya que lo primero que destaca es su colorido, pues hay dos variedades de estos bombones: una amarilla y otra verde. Pero para poder juzgar bien no basta con quedarse ahí, sino que hay que probarlos.