Los trabajos que Fomento está realizando para reparar los hundimientos en la carretera del Pontón (N-625), a la altura de Campurriondi, no convencen a los vecinos de Amieva. Para empezar porque consideran que la opción más segura es la de construir un túnel en vez de voladizos metálicos en la zona, en la que se invertirá más de un millón y medio de euros. Para seguir porque defienden la necesidad de trabajar a tres turnos y de noche con el fin de agilizar al máximo los plazos para que la obra esté lista antes del verano. Y porque además quieren que uno de los dos carriles de la vía permanezca siempre abierto al tráfico y no como hasta ahora, que permanecía cortada de ocho de la mañana a ocho de la tarde, por semana (las restricciones no afectan a la Semana Santa).
Los residentes se quejan de la poca seguridad que presenta el desvío alternativo, especialmente en el tramo que discurre entre Villaverde y Argolibiu. "Es una pista forestal asfaltada. No está preparada para absorver tanto tráfico por lo que cada vez cuenta con más hundimientos", apuntó el vecino de Vega de Cien Iván Álvarez. En la misma línea se expresó el taxista Jorge García, que para cubrir la ruta escolar de Amieva tiene que dar un rodeo de trece kilómetros. "Las curvas resvalan, son muy malas y cerradas, Incluso una furgoneta pequeña tiene que maniobrar para pasar y los críos se marean", indicó. Por eso urgen medidas como la colocación de quitamiedos en las curvas. Su petición la comparte Gabriel Iglesias, dueño de una empresa de turismo activo en Vidosa (Ponga). "Estamos teniendo muchas cancelaciones. Tenemos que ir a buscar a los usuarios en minibuses a Santillán. Las pérdidas son grandes", concluye.
