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Temor entre los ganaderos cangueses a que el lobo ataque también a personas

Las últimas muertes de reses fueron en El Bosque, cerca del aparcamiento para turistas de los Lagos

Gonzalo Suero e Isabel Cuesta, ayer, mostrando el lugar donde aparecieron muertos los últimos animales, con el parking de El Bosque al fondo. C. C.

El lobo "no se corta ni un pelo" y mata al ganado "al pie de la carretera". Es la queja que hacen los vecinos de El Bosque, en Cangas de Onís, que temen sufrir en sus propias carnes los ataques del cánido. "Cada vez se descaran más y si sigue proliferando así la fauna salvaje no tardará algún humano en llevar un susto", vaticina Isabel Cuesta, que la pasada semana perdió una oveja y un cordero a escasos metros del parking municipal de El Bosque, un lugar muy transitado por los turistas por ser punto de venta de billetes de autobús a los Lagos de Covadonga.

La finca linda con la carretera AS-262, que soporta a diario numeroso tráfico y se sitúa frente a una tienda de souvenirs. "Nunca había llegado tan lejos el lobo", apunta Cuesta, que exige a la administración que lleve a cabo controles de población "antes de que sea demasiado tarde y mate a una persona". Unos controles que, como mínimo, no podrán efectuarse hasta pasado el mes de julio cuando concluya la parada biológica impuesta al encontrarse la especie en temporada de cría. Mientras tanto, a los ganaderos cangueses no les queda otra que dejar a la reciella gran parte del día en la cuadra y alimentarla con piensos comprados - con el consiguiente gasto económico extra- "ya que si sale a pastos, por muy altos que pongas los cierres, te la acaban comiendo", describe Cuesta. Como prueba de las incursiones del lobo en El Bosque tiene grabadas en el móvil varias fotos nocturnas en las que se ven un par de ejemplares pastando junto a la carretera de Covadonga, en una finca con cierres.

Desde enero y por iniciativa del consistorio cangués, se han llevado a cabo tres batidas en colaboración con cazadores del coto de "La Parraguesa" en los montes colindantes, sin que se abatiera ningún lobo. El concejal de Desarrollo Rural de Cangas de Onís, Gonzalo Suero (PP), insistió ayer en la necesidad de que cuando empiecen las cacerías de jabalí en octubre se permita a los participantes disparar también a estos animales, que en los últimos meses también causaron estragos en los núcleos de Següencu y Tornín. Mientras se ataja el problema de los ataques, los ganaderos piden agilidad en el cobro de los daños y que los baremos sean más justos.

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