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El Oriente pasa del color azul

La costa, sin ninguna bandera ante el desinterés y la desilusión de los concejos

La bandera azul no va a ondear en ninguna de las playas del Oriente. Y no por la mala calidad de los arenales, que están entre los más famosos de España por su belleza y servicios, sino porque los ayuntamientos han decidido no solicitarlas por los muchos trámites que conlleva y por considerar arbitraria su adjudicación. Sin embargo, en ningún caso creen que el turismo se haya visto afectado por la decisión.

"Únicamente es un negocio para la organización que las da. Se dan sin ningún control riguroso de calidad", asegura el edil de Turismo de Llanes, Iván García. Dice que desde el consistorio prefieren centrarse en lograr las banderas Q de Calidad que otorga el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) y se "otorgan con criterios específicos". Las playas de Llanes tienen este distintivo con Toró y Palombina. García pone el ejemplo de lo que ocurría en Llanes con el Aula del Mar para explicar la falta de criterio de las banderas azules. "Se le concedía la bandera azul y estaba cerrada", dice.

García sostiene que el hecho de que Llanes haya renunciado a las banderas azules (el verano de 2017 fue el último donde ondearon en el Sablón, Toró, Palombina, Barru y la senda fluvial), no les resta ni un ápice de prestigio en lo que a destino turístico se refiere. "Creo que el Principado debería tener una catalogación de playas", indica.

En parecidos términos se refirió la edil de Playas, Priscila Alonso. "Las playas están igual que cuando recibían las banderas azules e incluso en alguna se han llevado a cabo mejoras", dijo.

En Ribadesella también le dan más importancia a la Q de Calidad que tiene la playa de Santa Marina. La alcaldesa del municipio, Charo Fernández Román, destaca que "la Q tiene criterios más amplios de calidad que la bandera azul", por lo que en el concejo hace tiempo que rechazaron solicitarla. "Tenemos unos servicios superiores a muchas playas con bandera azul", recalca la regidora, que además afirma que el hecho de no contar con este distintivo no afecta al turismo.

En esto coincide con el representante de los hosteleros del concejo, Bruno Lombán. "No deja de ser un reconocimiento, si se tiene mejor, pero si no se tiene tampoco resta", afirma. Quien sí que considera que la decisión de no solicitar la bandera azul no es acertada es el presidente de la Asociación de Turismo Rural de Ribadesella (Aritur), Sabino Martínez. "Las banderas azules tienen un arraigo, la gente las conoce y se sale en las guías como destino de calidad", destaca.

Por su parte, en el concejo de Ribadedeva uno de sus principales polos de atracción es la playa de La Franca. Este arenal perdió la bandera azul hace varios años y desde el Ayuntamiento no han vuelto a solicitarla. "Nos la quitaron porque la calidad del agua, según ellos, pasó de ser excelente a muy buena", dice el alcalde, Jesús Bordás. Asegura que los criterios verdaderamente objetivos los marca la Q de Calidad y se marcan como objetivo obtener este distintivo a corto plazo.

En Colunga, hace años la playa de La Griega perdió su bandera azul y desde entonces no se solicita. "Cumplimos con los requisitos, pero sacarla conlleva una serie de requisitos brutales", afirma la alcaldesa, Sandra Cuesta. Una situación parecida a la que se da en Caravia, donde, cuenta la regidora, Salomé Samartino, contar con la bandera azul implicaría cumplir con "una serie de condicionantes que supone mucho dinero", como ampliar el periodo del servicio de socorrismo.

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