Llanes se despertó ayer con una triste noticia que conmocionó todos los vecinos: la de la muerte de Guillermo Gabriel Sordo Fernández -más conocido como "Guillermo el de la Sirena"-, que durante tres décadas presidió el bando de San Roque, del que fue nombrado miembro honorífico y el Patronato de la capilla. Aunque el llanisco, de 73 años de edad, llevaba algunos días ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), el fallecimiento pilló por sorpresa a parientes y amigos, que mostraron su dolor por una pérdida que consideran "irremplazable".

Sordo regentó hasta su jubilación en 2010 la zapatería "La Sirena" de Llanes, un establecimiento que se inauguró en 1925, cuando su padre Joaquín regresó de Cuba. Entre los cajones del negocio familiar, ubicado en la plaza Parres Sobrino, siempre descansaba un sello destinado a dejar la estampa sobre las credenciales de los caminantes que iban a Compostela. Y es que Sordo formaba parte de la "Asociación de Amigos del Camino de Santiago El Bordón de Llanes", encargada de proteger a los peregrinos.

Su esfuerzo profesional fue reconocido en 2006 con el premio "Toda una vida", por la Federación Asturiana de Profesionales Empresarios Autónomos, y en Llanes recibió uno de los galardones turísticos de 1998, dado que también estuvo dedicado durante años al Centro de Iniciativas y Turismo de Llanes.

El expresidente del bando llanisco de San Roque, Aníbal Purón, mostró ayer su "consternación total" por la muerte de Sordo, del que era pariente y a quien describió como una persona jovial. "Nadie se esperaba este desenlace. Le vamos a echar muchísimo de menos y sin él el bando no sería lo mismo", aseguró. Y matizó: "El bando no sería lo que es sin él, por eso ostentaba el título de miembro de honor".

En la misma línea se expresó el actual presidente del bando, Javier Abello. "Se trata de una figura fundamental que deja una huella imborrable en la historia de Llanes", dijo. "Dedicó su vida al bando, los 365 del año iba a abrir la capilla para recibir a los peregrinos que pasaban por allí para recibir las acreditaciones", contó.

Lo hacía, además, siempre con un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA bajo el brazo, periódico del que era ávido lector. Entre ese grupo de amigos figuraba Higinio del Río, con el que Sordo compartía tertulia en el ya clausurado bar "La Gloria" de Llanes. "Era un comerciante de pura cepa, sabía vender con simpatía y su tienda funcionaba en la práctica como una oficina de turismo en la que proporcionaba información geográfica, de historia o monumentos a los visitantes", enumeró. "Organizaba actividades como jiras en bicicleta por distintas localidades que enriquecían la vida comunitaria, fue un gran bailarín del pericote y mantenía buena relación con representantes de otros bandos", concluyó.