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Premio "Pueblo ejemplar de Asturias" 2019

Asiegu hace suyo el Urriellu

El núcleo cabraliego apura el nuevo mirador a los Picos de Europa, que ya atrae visitas, y los vecinos se afanan por enlucir casas y calles a una semana de la llegada de la Familia Real

Felipe Niembro y Ramón Guerra ultiman la zona de La Venida de Les Vaques, una barandilla creada por el artista José Sahagún. EVA SAN ROMÁN

"Antes la gente venía aquí, al pueblo, a ver el Picu Urriellu desde el mirador de abajo. Ahora vienen a verlo desde el mirador de La Venida de Les Vaques que acabamos de terminar. Y, además, no vienen, sacan la foto y se van, vienen y recorren todos los rincones" de Asiegu. Y estos días, por esos rincones, encuentran al que esto cuenta, Felipe Niembro, uno de los vecinos que ayer, desde temprano, se afanaba en limpiar cunetas, completar jardineras y pulir detalles en el pueblo cabraliego que ha sido merecedor del premio "Pueblo ejemplar de Asturias" 2019. Un título que no sólo servirá para lavar la cara a la aldea de los Picos de Europa cabraliegos, sino que está siendo un revulsivo turístico y que aspira a que el mundo entienda que las aldeas van mucho más allá de las tradiciones folklóricas, cuentan una historia de arraigo campesino que en este lugar de Cabrales está más vivo que nunca.

Niembro asume que los de ahora "son días de mucha faena, de limpiar, de pintar fachadas, de sacarnos lustre" con el fin de que el próximo día 19 de octubre esté todo en perfecto estado para recibir no sólo a los Reyes y sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, sino también, "a toda la gente que va a subir a vernos". Esto, prevé este vecino, "es algo que nunca más va a volver a ocurrirnos". Ni tampoco había pasado antes.

"No recuerdo yo ver tanto movimiento por el pueblo", apunta Marcelina Bartual, una vecina de 91 años que aún conserva su corredor de madera y más de cien plantas de geranios que hacen de la suya una de las viviendas más coloridas y especiales de Asiegu. "No podemos contar nada, no nos dejan, ni si le vamos a regalar cosas, ni si van a parar en esta casa o en otra. Aquí si quieren venir, que vengan, la mía es una casa humilde, pero si se quieren asomar al corredor, que lo hagan", dice Bartual. "Es un corredor de madera, viejo", describe sentada en el poyo de piedra que reposa junto a su fachada: "Es sencillo porque no teníamos para más", reconoce. Pero mira a la cordillera y esa vista no hay cómo pagarla.

Ni tampoco habría cómo pagar el tiempo empleado por los vecinos para que todo esté perfecto o, al menos, en el mejor estado posible. "Cada uno hace lo que puede. Por las mañanas hay menos movimiento, pero por las tardes, a partir de las cuatro, cada uno va haciendo lo que se necesita. Sólo nos queda lustrar tres barrios", subraya Ramón Guerra. Y eso quiere decir que ya ha habido actuaciones en los 18 barrios restantes del pueblo en los que todos han colaborado.

Hasta el alcalde de Cabrales, José Sánchez, aparecía ayer por el pueblo a primera hora de la mañana para comprobar si la sobras de asfaltado estaban correctas. Lo hacía al tiempo que Onofre Bárcena retiraba restos de aglomerado de las alcantarillas; o que Pablo acomodaba las flores recién plantadas en el barrio de la Vera antes de darle la leche a un ternero recién nacido o sacar a pastar las vacas de la cuadra; en el mismo momento que Mari Paz Suero utilizaba su manguera para quitar los restos de tierra de un camino mientras charlaba con José Miguel Mier de lo que aún queda por hacer...

Lo mejor de estos días, reconoce Ramón Guerra, es que "los que no trabajan por las calles hacen la merienda para cuando nosotros acabamos la jornada" y así, cada tarde, los vecinos acaban juntos dando cuenta de grandes manjares a base de quesos, sidra, vino y embutidos.

Cada rincón del pueblo ha ido rehaciéndose con el tiempo. "Aquí siempre vivimos de las vacas y había lo que había", evidencia Bartual. Pero lo importante es la esencia de la gente, "recibimos a todos los que quieran venir, que vengan y vean lo guapo que estamos dejando el pueblo y que aprecien como nosotros este panorama", decía Dionisia Niembro apuntando a su alrededor, una circunferencia de montañas bajo un cielo azul impoluto. "Eso, que vengan, aquí recibimos bien a todo el que no venga a hacer daño", indicaba una casa más allá Santa Niembro Pérez, al tiempo que regaba sus plantas.

Tal vez Felipe Niembro tenga razón y esto nunca más vuelva a ocurrir, pero lo que ya habrán ganado los poco más de 70 vecinos de Asiegu es la recuperación de las sextaferias, los encuentros vecinales que sirven para adecentar el pueblo sin más ayuda que la que les ofrecen los aperos de labranza tradicional que han usado siempre.

Más información en páginas 38 a 41

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