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Los perros se hacen fuertes por San Antón

Los canes, junto a cabras, gatos y un caballo, copan las bendiciones en Pría, antaño protagonizadas por los animales del campo

Miguel García, Naya Palacio y Marina Palacio, con la cabritina "Minnie". EVA SAN ROMÁN

Hace años, cuando en el concejo de Llanes la agricultura y la ganadería marcaban el ritmo de la economía local, el día de San Antón no fallaban en el pueblo de Parres las vacas, caballos, burros, gallinas... y otros animales íntimamente ligados al sector agrario. Los tiempos han cambiado, la construcción y el turismo marcan ahora las cadencias de la riqueza local, y los ganaderos y los agricultores ya no acuden con tanta puntualidad a su cita. A los animales del consumo propio y la labranza los han sustituido ahora las mascotas. Por eso son ellas las protagonistas cada año por San Antón, a cuya misa acuden con el único fin de ser bendecidos para todo un año.

Fueron decenas las que ayer se acercaron hasta la localidad llanisca para que el sacerdote Florentino Hoyos les diera su bendición. Junto al arcipreste de Montesclaros, Emilio Maza, el párroco de Llanes ofició una homilía que mantuvo en silencio, casi milagrosamente, a todos los animales que a ella acudieron, entre ellos dos cabras. Porque la yegua que llevó Mario Rozas, Perla, no entró al templo, esperó calmada y regia al fin del acto religioso para recibir la bendición protocolaria.

Quien sí acudió, y mantuvo el silencio y la calma durante los más de treinta minutos de misa, fue la cabra de Miguel García Pidal, de nombre "Minnie". "Vengo a bendecirla", sentenció el pequeño al entrar en el templo. Fue el juguete de todos y aguantó, paciente, los mimos de las pequeñas Naya y Marina Palacio Galán. Los pequeños, todos de Parres, nunca faltan a la cita con San Antón.

Ni tampoco lo hace Marisa Quintana, que este año acudió con "Jaimito", un gato "precioso, de color gris con rayas en las patas" que ha venido a suplir el hueco que dejó "Perla", una gata persa que acompañó a Marisa durante 18 ediciones de San Antón.

Cinco años lleva acudiendo, fiel, Goya Cerezo, una llanisca de Parres que vivió durante 47 años en Francia pero que "jamás" olvidó su pueblo. A él ha vuelto y lo hace junto a "Tula", una perra fox terrier vestida con un cuerpo de lana roja y perlas blancas, "para la ocasión". El animal, apuntó su dueña orgullosa, "obedece en francés y en español", y por eso ni se inmutó durante la homilía.

En la fiesta de San Antón hay, sobre todo, "cariño y devoción", y todos, acuden con el mismo fin, aunque unos, con más fe que otros. Roberto Vélez, que pudo sacarle un hueco al trabajo para acudir a la misa junto a sus dos galgos afganos, "Fryda" y "Macarena", quiso acercarse porque "si eres creyente quieres que tus animales reciban todas las bendiciones posibles para que estén sanos y bien", asegura. En cualquier caso, es una tradición que nadie quiere dejar perder. Toña Álvarez, que cumplía 87 años y celebraba santo, acudió con un perra "bastarda" de nombre "Agua", que ella crío a biberón desde que se la regalaron con 15 días. Es, sencillamente, "como una hija" y ambas han pasado juntas los últimos ocho años, "cada segundo" así que "somos inseparables". El amor por los animales, destacó en su homilía Hoyos, ha de ser una tónica habitual para quien posee mascotas, pero "no debemos olvidarnos de nuestro prójimo".

A los prójimos se dirigió, un año más, Cardi Gómez, cuando subastó los alimentos que algunos vecinos ofrecieron al santo. La recaudación, irá destinada a cubrir los gastos de la fiesta. Había huevos, chorizos y platos vinculados al campo. Pero también dulces como tartas de queso o manzana. Y lo más esperado, una borona que hizo las delicias de quienes pujaron por tan preciado alimento.

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