El faro de Ribadesella iba a ser un museo. Un centro de interpretación de El Cachucho, la montaña submarina situada a unos 65 kilómetros de la costa riosellana que mide más de cuatro kilómetros de altura y ocupa una superficie semejante a la de los Picos de Europa. Lo habían anunciado en el año 2016 y por entonces se dijo que sería una realidad en dos años y medio, como máximo. No fue así. La idea pasaba por ofrecer a quien lo visitara la posibilidad de ver especies como el calamar gigante, el cachalote y ballenas en tiempo real, y por incluir material divulgativo, alejado de tecnicismos científicos. Lo contaron junto a la instalación, en la aldea de Tereñes, miembros del Instituto Oceanográfico Español, acompañados de autoridades portuarias, regionales y locales. Las instalaciones, dijeron entonces, albergarían el material resultante de la investigación que durante la última década realizó el Oceanográfico.
