El león de las cavernas ("Panthera spelaea") que fue hallado en una sima vertical de 16 metros de profundidad de la localidad llanisca de Porrúa en 2014 vivió hace 43.000 años. Pertenecía a una especie más grande y robusta que la actual, "aunque cercanamente emparentada". Lo revela así un estudio que un equipo investigador liderado por la Universidad de Oviedo ha realizado de sus restos. El mismo estudio concluye que este animal vivía en un clima templado y húmedo, un "paréntesis" de la última glaciacición.

El conjunto fósil hallado hace ahora seis años es uno de los más completos que se han encontrado en la región: incluye parte del cráneo y de las extremidades anteriores, además de algunos restos de vértebras, costillas y de las extremidades posteriores. Su estado de conservación ha permitido una investigación que ahora ha visto la luz en la revista "Quaternary Science Reviews".

El paleontólogo Diego Álvarez Lao se hizo cargo, en 2017, del estudio del hallazgo de Pablo Solares, entonces presidente de la Federación Asturiana de Espeleología. Solares había encontrado aquellos restos en una sima vertical en la que no llevaban demasiado tiempo investigando. Por entonces se habló de que el animal tendría entre 10.000 y 50.000 años, pero los invetigadores fueron cautos y esperaron al análisis del carbono 14 para detallar con precisión la edad del animal y otros detalles que aportan información de relevancia al proyecto. Y es que el estudio paleontológico ha permitido conocer que se trata de un individuo macho con un peso estimado de unos 360 kilos.

Cabe recordar que, junto con el esqueleto del león, aparecieron restos de otros grandes carnívoros, como un leopardo y un lobo, dando fe de que vivió en una época en la cual la fauna de mamíferos era mucho más rica que la actual, con abundancia de grandes herbívoros de los que podían alimentarse estos grandes carnívoros. Tanto el león como el resto de los carnívoros murieron al precipitarse por una torca (depresión circular con bordes escarpados en un terreno) de 16 metros de altura, que actuó como trampa natural.

Junto con estos grandes depredadores también se recuperaron multitud de restos de micromamíferos, es decir, ratones, lirones, topillos y musarañas. Se da la circunstancia que estos pequeños animales son muy sensibles a los cambios ambientales, de modo que cada especie solo está presente bajo ciertas condiciones de temperatura, pluviosidad, vegetación o proximidad de ríos. Esto quiere decir que el estudio de sus restos tiene una gran importancia a la hora de establecer el ambiente en el que vivían.

El director de esta investigación, Álvarez Lao, profesor de Paleontología de la Universidad de Oviedo, cree que, "gracias a los restos de estos pequeños animales, podemos saber que tanto ellos mismos como el león y los demás depredadores vivieron bajo unas condiciones climáticas relativamente templadas y húmedas, con desarrollo de bosque: un paréntesis templado acontecido durante la última glaciación", resume.

Este conjunto fósil se descubrió durante una exploración espeleológica llevada a cabo por miembros de la Sociedad Espeleológica y Barranquista Escar (Asturias), en el yacimiento denominado Torca del León (Porrúa, Llanes). Bajo la dirección del profesor y paleontólogo Diego J. Álvarez Lao ha trabajado un equipo de investigación de las universidades de Oviedo, la Complutense (Madrid), Rouen (Francia) y del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.