"Ven a cenar con nosotros" es una de esas iniciativas que hace del centro Don Orione un lugar muy especial. Surgió hace tres años en la mente del monitor Ramón Llera y consiste, básicamente, en un intercambio de cromos. Los chicos, todos con algún grado de discapacidad intelectual, visitan el lugar de trabajo de alguien representativo. Y ese alguien le devuelve después la visita yéndose a las instalaciones del centro en Posada de Llanes para cenar junto a ellos. A veces, los chavales hacen una actividad como recibimiento y les enseñan las instalaciones donde trabajan cada día: la cuadra, el huerto, la sala polivalente... Otras, simplemente se sienten especiales porque son los anfitriones. Y ayer volvieron a serlo.

Llegaron al parque de bomberos de Llanes emocionados, y fueron recibidos por ocho efectivos que les acogieron con esa sensibilidad que otorga un oficio tan vocacional como el suyo. Junto a ellos aprendieron en sesiones prácticas y divididos en grupos. Con Nacho Álvarez sintieron la fuerza del agua al tirar la manguera para apagar un fuego. Con Álvaro Ordieles supieron cuánto trabajo cuesta cortar chapas para excarcelar a personas en un accidente. Con el jefe de zona, Eduardo Navarro, comprobaron cuánto pesa la ropa con la que trabajan los bomberos, y también que el casco permite resguardarse de muchas más cosas que el fuego. También recorrieron el edificio, y escucharon atentos a José Antonio Colado que, entre otras cosas, les contó la importancia de la organización porque cuando llega un aviso han de estar listos en dos minutos. La cita, explicó Navarro, ha sido muy especial para todos. Sobre todo para los usuarios, que ofrecieron esa cena posterior a base de embutido, pescado, ensalada y un postre que era sorpresa y que los chicos del centro Don Orione no quisieron confesar para guardar el secreto. Se fueron como llegaron, emocionados porque iban a disfrutar de una velada con unos acompañantes muy especiales.