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Lloqueros por Antroxu en Porrúa

El pueblo llanisco mantiene la tradición de espantar los malos espíritus con cencerros la víspera de Carnaval: "Siempre se hizo"

De derecha a izquierda, Manuel Pérez, Lucas y Juan González y Yago Benítez, ayer con los lloqueros. REPRODUCCIÓN EVA SAN ROMÁN

Si de algo saben en Porrúa (Llanes) es de conservar tradiciones. Nadie es capaz de datarlo, pero todos pueden contar que en su casa "siempre se hizo" eso de "salir a escurrir Antroxu con los lloqueros amarrados a la cintura", o lo que es lo mismo, correr haciendo mucho ruido para espantar los malos espíritus la víspera de Carnaval. No existe organización alguna, no hay una quedada previa, ni tampoco un sitio concreto. Con todo, el día antes del martes de Antroxu los vecinos más jóvenes de Porrúa se pertrechan con los lloqueros que sus padres ponen al ganado.

Las zumbas, los más grandes, se llevan en las manos. Los campanos son más pequeños y los ajustan a su cuerpo con correas de piel. Y todos juntos echan a correr haciéndolos sonar en lo que se conoce como una "lloquerada" para armar un estruendo que perturba cualquier paz que pudieran haber alrededor. No hay rincón en el que no retumben, ni nadie que no se dé por enterado de que ha empezado el tiempo de "escurrir". Para cuando oscurece, los adolescentes dan el relevo a los niños. El ritual se repite y la tradición manda de nuevo: nadie duerme esa noche en Porrúa porque no cesa el ruido hasta que el amanecer ha entrado y el pueblo recibe al Antroxu.

Llevan haciéndolo desde "tiempos inmemoriales" y no parece que nadie quiera perder este rito "que se transmite de generación en generación" y sobre el que apenas se conserva historia. Son, cuenta Maite Lobeto, del Museo Etnográfico del Oriente de Asturias, "las mascaradas propias del carnaval" cuya esencia la marca un carácter ancestral y nunca, que haya constancia, ha dejado de celebrarse en el pueblo llanisco, "ni en épocas en que por influencia religiosa o política en otros lugares cayeron en desuso".

Pero tampoco se perdió el día de Antroxu. Por eso ayer los porruanos, grandes y pequeños, cumplieron también con esa tradición. La de enfundarse el disfraz "trasgresor", donde el hombre se viste de mujer y la mujer de hombre, siempre cubriendo sus rostros y apoyándose en un palo. Con un aire siniestro, casi terrorífico, recuerdan el miedo que causan aquellos que no quieren ser reconocidos, y pican en las casas, donde nadie sabe quiénes son, pero todos los convidan a viandas. "Antroxu fuera, caldera llena, patatas y navos y güenos tragos", cantan mientras caminan por las calles de Porrúa, sembrando incertidumbre, un poco de miedo y dejando claro que la tradición en este pueblo del concejo de Llanes, sea cual sea, nunca se pierde.

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