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Los alquileres de trajes tradicionales tiemblan por la suspensión de las fiestas

Los empresarios, algunos ya con pérdidas del 20%, prevén un verano negro y reclaman ayudas: "Pasamos achuchones y nunca pedimos nada"

Una mujer, con el traje de aldeana durante una fiesta en Llanes. E. S. R.

Las empresas de alquiler de trajes regionales, asentadas en la comarca en su mayoría, atraviesan sus horas más bajas. La época de fiestas ya debería haberse iniciado y, con ellas, la renta de indumentarias de llanisca y porruano por toda la región. Las restricciones por el COVID-19 afectan a todos los sectores, "también a nosotros", lamenta Raúl Herrero, que alquila trajes en Llanes y cifra ya las pérdidas en un 15 o 20%. "Hemos perdido fiestas como San José en Posada, los Güevos Pintos de la Pola, San Felipe en La Galguera, a ver cómo queda San Antonio en Cangas de Onís, o los San Pedros, que se celebran en muchas localidades en junio..." enumera. "Es obvio que nadie sabe qué sucederá, ni cómo lo vamos a enfrentar, pero si ponemos como referencia que San Fermín está en previsión de aplazarse podemos hacernos a la idea de lo que vamos a tener aquí", adelanta.

La realidad, cuentan varios empresarios del gremio, es que en Semana Santa empieza el movimiento de alquileres para todo el verano "y a día de hoy no tenemos ni uno previsto, ni una llamada, nada". Las tres grandes fiestas de Llanes "están en el aire, al menos La Magdalena, que es la primera, en el mes de julio", y el mazazo entonces será definitivo para estas empresas que, en su mayor parte, viven del alquiler en temporada alta. Pero es que "en el caso de que haya celebraciones más o menos con ramo y misa, sin mucho más, ¿cómo será la coyuntura económica de las familias?", plantea Herrero. Lo respalda también Reyes Celorio, de Artesanía Reyes. "Si en una misma familia se vestían todos sus miembros, ahora lo hará la mitad, porque esto no es algo esencial, es algo lúdico de lo que se puede prescindir por mucho que nos duela hacerlo en nuestra fiesta".

En su tienda tampoco hay nada alquilado de momento, "y las previsiones, como digo, son malísimas. Semana Santa es uno de los momentos clave para saber qué va a suceder, hay gente que viene y alquila en ese momento, quieren ver, tocar, probar... hay poca gente que rente por teléfono, y esas personas, que muchas son de fuera, ni vendrán ahora ni seguramente vengan después", lamenta. De hecho, "yo antes de que se decretara el estado de alarma había quedado con un grupo de Cangas de Onís para San Antonio, pero no hemos vuelto a saber nada" porque la fiesta canguesa, aunque la intención es celebrarla según ha dicho la comisión de festejos, "nadie sabe si va a ser ni cómo va a ser".

Llegado a ese punto, "yo creo que si nuestras fiestas son nuestra insignia, y nuestros trajes son bienes de interés cultural, es el momento de que la administración se implique y refuerce este sector de alguna manera, porque la bofetada va a ser muy fuerte y yo calculo que haya perdido ya un 20%", indica Celorio. Este sector, apunta, "nunca ha pedido nada, y hemos pasado achuchones que hemos ido solucionando, pero ahora será muy duro", augura.

"Nos animan a apostar por el folklore, hacemos trajes y mantenemos viva esta cultura, pero nunca nos han ayudado y ahora es un buen momento", apunta Javi Rozada, de El Trancajilu, en Posada de Llanes, que mira al futuro sin ánimo, "hemos empezado el año perdiendo, no pinta bien", augura. Tampoco lo ve con claridad María Jesús, de Trajes Josefina Fernández, en Cué: "No sabemos nada de las fiestas más cercanas, ni de La Flor de Pría que se celebra a finales de abril, ni tampoco las que suele haber por Ribadedeva", con lo que las previsiones son malas. "Pero debemos ser optimistas", recomienda. Eso sí, "también los clientes deben saber que se extremarán al máximo los lavados, que si bien ya se hacían con productos que desinfectan, ahora se intensificarán para evitar problemas futuros", adelanta.

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