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El Puentón

La incertidumbre tras la pandemia

Todos los planes del sector turístico se fueron a pique a las puertas de una primavera que prometía

La incertidumbre tras la pandemia

Y cuando todo esto se acabe, ¿qué será de la comarca del Oriente, del sector hotelero y alojamientos turísticos, de las empresas de turismo activo, del pequeño comercio, de las queserías, de la hostelería en general? Residimos en una zona dedicada eminentemente al sector servicios, siendo la principal fuente de riqueza el turismo. Todos y todas, directa o indirectamente, guste o no, vivimos de las decenas de miles de visitantes que se acercan a disfrutar del Paraíso Natural y de cuanto rodea al santuario de Covadonga, así como también al parque nacional de los Picos de Europa.

La lucha contra la pandemia, con esos sanitarios en primera línea de batalla que son dignos de admiración, será ganada más bien pronto que tarde. Pero, a partir de ese momento, ¿qué va a ser de los cientos de pequeños emprendedores con negocios en nuestra querida área de influencia de los Picos de Europa y, por ende, en el oriente asturiano? Se habla de ayudas estatales, autonómicas e incluso desde el ámbito de la Administración Local. Suena bien, sin duda, aunque levanta muchos recelos por la cantidad de letra pequeña a cumplimentar para que se lleguen a buen puerto esas líneas de financiación para tratar de mantener a flote la actividad comercial y empresarial.

Voy a pecar de pesimista, pues el panorama pinta gris, muy gris. Si ya de por sí el pequeño comercio estaba bastante tocado por las ventas a través de internet o por las grandes superficies, no quiero ni pensar lo que podría ocurrir a partir de estos precisos instantes, una vez se retorne a la normalidad -conste que tardará, no va a ser de un día para otro-, cuando las persianas vuelven a alzarse y las puertas se abran de par en par a los potenciales clientes. Ojalá me equivoque, pero el comercio, la hostelería y el turismo rural, entre otros, a buen seguro se toparán con una pared que costará escalar. Será difícil, pero no imposible.

Mientras en épocas de bonanza las grandes multinacionales se hacían de oro, pocos o casi nadie pensaban en los pequeños comerciantes, en las tiendas de barrio, en los frágiles autónomos, en los contratos estacionales de los currantes del turismo activo, en los que trabajan por horas en fin de semana como camareros o ayudantes de cocina. Por desgracia, un virus maldito nos cambió la vida en un plis-plas. Toca, cuando todo pase, volver a poner los pies en el suelo y pensar cómo sacarle rédito al negocio. El papelón que se presenta es de órdago y la maquinaria tardará en ponerse en marcha. Todos los planes se fueron a pique a las puertas de una primavera que prometía.

Por si fuera poco, la clase política se faja en su propia guerra de guerrillas, queriendo sacar réditos del descalabro económico que viene. Cuando salgamos de esta situación, más pronto que tarde, sería gratificante que palabras como "facha", "progre", "azul" o "rojo" quedaran aparcadas u olvidadas, aunque me temo que será tarea ardua difícil. Prima la confrontación y la división. El "tú más". Algunos mandamases, según sus colores ideológicos, querrán esa crispación para vivir ellos, aferrados a la poltrona, al escaño, al enchufismo poseído como dogma. Entre tanto, el ciudadano de a pie que se busque les fabes como buenamente pueda.

Me preocupa, y mucho, la situación a la que estaremos en los próximos meses en nuestra querida comarca del Oriente. Y lo digo con cierto recelo, porque, insisto, solo nos queda el turismo, pese a los competidores que también tratarán de echar el resto para hacerse con potenciales clientes. Ojalá todo sea un mal sueño, sin que cunda el desánimo, y la situación no se encasquille. Hará falta unión, fuerza, coraje y grandes dosis de ilusión para poner de nuevo el negocio en marcha a toda vela, tanto en esta zona como en el Principado de Asturias. Únicamente pido y exijo a los políticos que tengan altura de miras. No nos merecemos más insultos.

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