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El dilema de los productores: sin ingresos y con 25.000 lechugas a la basura

"El mes de Semana Santa deberíamos haber ingresado 10.000 euros y no llegamos a 500", afirma el empresario riosellano Roberto Capín"

Roberto Capín, en un invernadero de La Mediana. EVA SAN ROMÁN

Han tirado a la basura más de 25.000 lechugas porque no tenían a quién vendérselas. No saben qué sucederá con más de 5.000 kilos de faba recolectada sin vender, que además se juntará con la cosecha siguiente. Dudan de si seguir plantando, porque desconocen por cuánto tiempo continuará el cierre del sector hostelero, del que se nutren en su mayoría. Pero tampoco pueden dejar de cosechar para poder ofrecer producto si, finalmente, los bares y restaurantes abren sus puertas a corto plazo. Es la situación "crítica" de los productores de la huerta que ejemplifican los riosellanos Roberto Capín y María Rodríguez.

Capín y Rodríguez creen que la solución más viable pasa por aplazar el pago de los préstamos bancarios al menos un año, "no sirven moratorias de tres meses, no valen para nada porque dentro de tres meses la situación será peor", asume Capín. Porque es que, además, no han podido aplicar un ERTE en su empresa, ya que la suya no es una actividad que esté obligada a parar.

Los riosellanos trabajan siete héctareas de invernaderos en La Mediana de Ribadesella, más otras nueve que se cultivan al aire libre, están centrados en la producción de fabas, lechugas y tomates. Ahora "tenemos la producción al mínimo, cuando deberíamos estar plantado entre ocho y diez mil plantas de lechuga a la semana, estamos metiendo entre 800 y mil, y sin ninguna esperanza, con la más que segura previsión de hacer lo mismo que hicimos con la producción anterior, tirarla a la basura", prevé el empresario.

A todo ello se suma la llegada de las plantas ya compradas para cultivar. "Tenemos que traerlo, porque esto funciona así, lo teníamos encargado y hay que asumir el coste de 2.500 plantas de tomate, más o menos a un euro cada una, 3.000 euros de cebollas, 2.000 de patatas... No sabemos cuándo puede arrancar todo esto, estamos ahora mismo limpiando y entre la espada y la pared: si plantamos igual tenemos que tirarlo, si no plantamos igual abren los bares y comprarán a otro productor porque nosotros no tenemos cosecha. Si los negocios echan a andar tenemos que estar ahí, no queda otra", asume.

La solución por ahora es el reparto a domicilio y la diversificación del negocio. "No podemos ofrecer solo lechugas, estamos cambiando la producción, meter cosas distintas, de temporada, y eso conlleva más mano de obra", explica. Así, están plantando patata, cebolla, acelga, ajo puerro... "productos que salven un poco la cesta de la compra para que cunda el reparto a domicilio" y les convierta además en un negocio competitivo en cuanto al reparto. Lo cierto es que el escenario, en números, desanima a Capín. "La facturación en bruto debería haber sido de 10.000 euros en el mes de Semana Santa, y no hemos llegado a los 500", lamenta.

La situación requiere de diálogo, "de que los sindicatos y el Gobierno se sienten a hablar con nosotros, o entre ellos, para llegar a alguna solución. Porque estamos todos igual, pero nadie se ha preocupado de llamarnos para preguntar, hay una gran desinformación" Capín no cree que las ayudas económicas sean la solución: "deben de sentarse con los bancos y negociar aplazamientos reales", propone.

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