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Emilio Serrano, el hombre tranquilo

Retrato de un empresario humanista, comprometido con su tierra y con su pueblo

Emilio Serrano, en el centro, con amigos: por la izquierda, Fernando Granda, Manuel Linares, Gabino Rodríguez y Evaristo Arce, autor de este artículo.

Parece tranquilo, pero no lo es. Parece despistado, pero no lo es. Parece ajeno y es próximo. Parece un paisano y lo es. Y también es un señor.

Y parece un cura, incluso un obispo -civil y civilizado- y no lo es, pese a tener creencias, afanes y parroquianos en Collera y alrededores, que le respetan y le quieren, sin pasar por el cepillo ni por el confesonario.

En contra de las apariencias- y de la misma realidad- es inquieto, observador y cercano. Tiene mucho pasado y tiene mucho futuro, porque alienta proyectos y mantiene vivas esperanzas sin fecha de caducidad. Así es como está siempre ilusionado y alerta, sobreponiéndose a los quiebros de la edad, los requiebros del corazón y los quebrantos de la salud.

El oficio del negocio le enseñó trucos, exigencias y habilidades que le han servido para el oficio de la vida-que no es un negocio- como la responsabilidad, el espíritu de superación y la laboriosidad. Por todo ello destila calidad-y calidez-, sin ser alambicado

Además, es ordenado, metódico y exhaustivo en todas sus acciones y actividades, que son muchas, diversas y algunas simultáneas y en todas ellas se aplica con dedicación y rigor, como si estuviera en su último día, o en el primero.

Su casa es su laboratorio, su museo y su santuario. En cada rincón hay el testimonio de una tarea cumplida, en ejecución o pendiente, un recuerdo biográfico, casi un exvoto, libros, cuadros, trofeos, archivos, fotografías, papeles, documentación múltiple y clasificada...Los rastros materiales, artísticos e intelectuales de una larga existencia, intensa y fecunda, comprometida con su pueblo y con la sociedad y desarrollada , día a día, con decencia y desprendimiento.

Es independiente y está soltero y en una y en otra condición se siente libre, a gusto, completo en su integridad y solidario. La soledad, para él, es un acto voluntario y placentero y la compañía, una recompensa que le estimula, enriquece y proyecta en los demás.

Como empresario ha cultivado la honestidad y hecho honor a la palabra dada y como amigo ha sido con todos franco y generoso. Y en su balance vital, en cualquier ámbito y circunstancia, cuenta más lo dado que lo recibido y todo ello sin esperar nada a cambio, salvo el aprecio, el respeto y la lealtad que son bienes intercambiables entre las personas de bien.

A sus días les faltan horas y les sobran noches y todas las agota con la satisfacción del deber cumplido y la insatisfacción del cumplimiento insatisfecho. Porque sus metas tienen un fin, pero no tienen un final y en ese itinerario, en ese destino, hay etapas y fases sucesivas e interminables. Y la culminación a todo ese continuado esfuerzo, es, a modo de guinda y de metáfora, un destilado, naturalmente? de Los Serranos.

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