No habrá verbenas, ni pasacalles, ni giras, ni tan siquiera procesiones. Los tres bandos de Llanes conservarán las misas en honor a Santa María Magdalena, San Roque y la Virgen de la Guía, pero no organizarán ningún acto a su alrededor que pueda incumplir las normas sanitarias impuestas por la crisis del coronavirus. Lo primero, dicen los presidentes, es la responsabilidad.
Las novenas de las tres celebraciones se trasladarán a la basílica de Llanes abandonado sendas capillas por una cuestión de aforo. Y en los días grandes (22 de julio, 16 de agosto y 8 de septiembre) se celebrarán las eucaristías respetando las propias normas que la iglesia ya cumple en cada culto.
"Bajo ningún concepto vamos a organizar algo que vulnere las normas de distanciamiento social. Somos conscientes de la gente que mueven nuestras fiestas, los devotos y los visitantes, y debemos evitar precisamente las aglomeraciones", asegura Javier Abello, presidente del Bando de San Roque. Son palabras que secundan sus homónimos, Rafael Romero (La Magdalena) y David Prada (La Guía).
"Fiesta habrá porque lo más importante para nosotros es el culto a la Virgen y ese seguirá. Habrá novena, víspera y misa", subraya Prada. Y quizás, si se cumplen con los protocolos establecidos, se puedan organizar concursos deportivos y eventos culturales con aforos reducidos, aunque todavía eso está por decidir.
"Cada año pedimos a San Roque que nos libre de peste y males, es evidente que en esta ocasión volveremos a hacerlo, y ocurrirá como cuando en las pandemias de 1854 y 1885, que todos los llaniscos pidieron la intercesión de San Roque parar librar el cólera, y en 1918 con la gripe española", indica Abello. Porque ahora, apunta Romero, "es tiempo de admitir la situación y de concienciar a todos de que lo que estamos viviendo e muy delicado que debemos asumir", dice.
El año 2020 se sumará ahora a los de 1936 y 1937 para La Magdalena y San Roque. Durante dos de los tres años que duró la Guerra Civil española, recuerdan sus presidentes, los festejos se suspendieron. En el caso de La Magdalena tampoco se organizó al tener lugar la Guerra de Cuba, en 1898. Según Prada, La Guía dejó de celebrarse, al menos, en 1937.
La suspensión de la parte pagana de las tres grandes fiestas de Llanes, igual que sucederá con las más pequeñas, supondrá un impacto económico en el concejo que nada podrá sustituir. De ello todo el mundo es consciente.
Ahora, indican los presidentes de los bandos, se valorará realmente el trabajo que realizan con inversiones exclusivamente privadas: cuotas de socios y donaciones de empresas.
Un trabajo que afecta a una industria que va desde las floristerías, pasando por empresas de pirotécnica, actividades infantiles, a las más perjudicadas, el pequeño comercio, la hostelería, la hotelería y, sobre todo, las empresas de alquiler de trajes regionales.
Cada día grande de las festividades supone la llegada de miles de personas, del concejo y fuera de él que este año no acudirán. José Alberto Concha, presidente de Otea Llanes, pone el acento en el gran bache que atraviesa el sector turístico y en la "catástrofe" que será para "esas pequeñas empresas, casi todas familiares, del alquiler y confección de trajes de llanisca y porruano".
Sin embargo, si hay que elegir, "será mejor elegir que no haya verbenas porque lo que no podemos hacer es generar desconfianza a los turistas, no podemos poner en riesgo su salud". Ahora, dice, "la prioridad absoluta del sector turístico ha de ser la responsabilidad para luego poder hablar de confianza".
Concha cree que "seguir ahora una estrategia económica a corto plazo sería perder la perspectiva. La seguridad ha de primar al beneficio económico porque, además, ese beneficio sería absurdo porque perderíamos confianza. Tenemos por delante un trabajo de todos, de administraciones, de empresas y de vecinos. No podemos valorar el impacto económico que supondrá porque no tenemos referencias previas, pero sí podemos aplicar el sentido común y ver que lo que antes eran fortalezas -la celebración de las fiestas- podrían ser ahora debilidades -la masificación de personas-", abunda. Por tanto, "ofrecer una verbena ahora no es adecuado".
Javier Garaña, presidente de la Asociación Llanisca de Restaurantes (Allares) reconoce que la atracción que atesoran las fiestas de los tres bandos "tiene un valor impagable para todo el sector turístico y comercial". El impacto local "redundará en un quebranto económico importante" porque "los picos más importantes de la hostelería y la hotelería coinciden con las celebraciones de los festejos", pero este año, apunta Garaña, "debemos agradecerles a las directivas de los bandos esta responsabilidad porque debemos ser conscientes de que lo primero debe ser la seguridad. Pasaremos las fiestas con más tristeza que otros años, pero el próximo retomaremos con fuerza", abunda.
"Siempre hemos sido conscientes de que la labor de los bandos es vital para el desarrollo económico de los veranos llaniscos. Y lo hacen, algo insólito, sin ayudas públicas municipales. Las de los bandos son las mejores fiestas que se celebran en Asturias y la respuesta que reciben del público tiene un valor incalculable", agradece Garaña.
De hecho, algún día, concluye Concha, "deberíamos hacer un homenaje a los bandos por la aportación directa e indirecta que hacen a Llanes, a su turismo, a su vida tradicional y a la cultura. Hablamos de nuestro paraíso natural, pero el paraíso cultural que tenemos aquí lo hacen ellos.
Ellos han conseguido que personas que un día vinieron de visita sin tener ninguna raíz familiar aquí dejen todo para venir el día de su fiesta a ponerse el traje regional y prenderse el clavel, la siempreviva o el nardo en la solapa. Los bandos y el trabajo que desarrollan son parte esencial y estructural del concejo".
Y este verano va a notarse su ausencia.
