Pepe Mier creció entre Cabeza Ubena y Peña Blanca, en un entorno que mira desde la sierra del Cuera a los Picos de Europa, en el que fuera "Pueblo ejemplar de Asturias" 2019, Asiegu (Cabrales). En aquellos montes pastó su ganado desde que él, con 4 años, comenzó a cuidarlo junto a su madre: "Aquí vivíamos, en una cabaña pobre, con una vecina".

Ahora, a los 89 años, Mier aún sigue echando mano a los prismáticos para dar cuenta de que su rebaño de cabras esté completo. Y cuando la niebla, como sucedió ayer, no le deja ver con nitidez, escucha los cencerros, "que para eso son, pa distinguir" lo que es de cada cual.

Ayer madrugó para controlar a sus animales. Cogió su café y algo de fruta, como cada día, dejó su cabaña, que él mismo fue arreglando con los años, y acudió a echar un ojo a la zona de Peña Blanca. Estaban todos. Cuando bajó, "¡menuda sorpresa!". Se encontró a un grupo de niños y mayores que acudieron a conocer su historia, su mundo y su vida. Y también a rendirle un homenaje por ser, entre otras cosas, el último pastor que todavía sube a los montes de su Asiegu natal con la llegada de la primavera, para no volver hasta que el frío empieza, "allá a finales de septiembre o primeros de octubre".

Es "un día muy feliz", repetía mirando a los miembros de la Asociación Cultural "Asiegu XXI", impulsores del homenaje que sirvió para "revivir" a Mier y para hacer pensar a los pequeños.

"Fue cosa de Javier (Niembro), yo no sabía nada, y mira lo que revolvieron, lo estamos pasando bomba", decía con un brillo en los ojos, mirando a una braña llena de vida y gente, "como cuando yo era pequeño, pero mejor, porque de aquella no había tiempo para fiestas; andábamos a trabajar, que bastante teníamos" con compaginar el cuidado en las majadas y la hierba en el pueblo con el reparto de la leche y la elaboración de los quesos y la manteca. Ahora "ya me fallan algo las piernas", pero días como el de ayer "rejuvenecen".