No estaban compitiendo, pero en su interior crecían esos nervios propios de medirse al contrario después del trabajo de todo el año. El de ayer era un entrenamiento más para los pequeños de la Escuela de Piragüismo del Club El Sella, pero debería haber sido su competición. En el momento en el que bajaron al río debería haberse disputado entre los Campos de Oba y el Puente de Ribadesella una nueva edición del Mini Sella, un descenso de piragüismo de promoción en el que compiten deportistas de entre seis y catorce años en una prueba disputada en los últimos kilómetros del caudal, cuatro días antes del Descenso Internacional del Sella.

La situación sanitaria obligó a suspender la cita, no hubo jóvenes llegados de todas las ciudades del país para competir ni fiesta alrededor del Sella. Pero desde la Escuela de Piragüismo no quisieron dejar pasar el día "sin pena ni gloria" y lanzaron un mensaje de "esperanza e ilusión" que los deportistas captaron a la primera.

Echaron de menos a "los amigos de otras ediciones, pero "lo pasamos muy bien", decían preparándose en el prau San Juan de Ribadesella. Angie Barrio, una riosellana de 8 años, pensaba con pena en "todo lo que entrenamos" para al final no poder disputar la carrera, "pero al menos esto es como una mini fiesta", decía junto a Nico Martín, de 9 años, que aunque vive en Oviedo tiene un vínculo especial con el Sella: "Me gusta el río para remarlo, pero las carreras te dan algo especial que hacen que disfrutes más", comentaba minutos antes de surcar el Sella. Ese es el motivo por que el riosellano Dani López, de 9 años, echa de menos la "vida normal, no podemos hacer carreras", aunque al menos "podemos juntarnos así, a entrenar". Para Mara Gallego, es una disciplina que tiene mucho que ver con lo aprendido en casa: "Yo empecé a remar porque mi padre lo hacía, venimos aquí desde que soy pequeña y me apuntaron a cursillos".