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Los llaniscos honran a los que les cuidan

"El trabajo de Protección Civil no está valorado, las instituciones no nos toman en serio", reivindica el grupo local en su homenaje

Un momento del homenaje a los miembros de Protección Civil en Llanes, en su sede de La Tijerina. A. ILLESCAS

Trabajan sin pedir nada a cambio, con el único afán de prestar ayuda. Llevan haciéndolo casi dos décadas y, pese a ello, gran parte de la población desconoce la importancia de la labor que desempeñan. Ayer en Llanes a los miembros de Protección Civil les rindieron el homenaje que desde hace tantos años les debían. Lo hicieron en su nueva sede, La Tijerina, con la entrega de una placa que les honra por quiénes son y por lo que hacen por los demás de una forma totalmente altruista.

En Llanes Protección Civil se gestó vinculada al cuerpo de bomberos. Ellos eran quienes les acompañaban a sofocar incendios o a rastrear lugares para hallar a personas. Fueron un apoyo importante y siempre trabajaron de forma voluntaria junto a ellos. Con el tiempo y la profesionalización de los efectivos de bomberos, su papel quedó relegado en aquel sentido, pero nunca llegaron a desaparecer. Decidieron evolucionar y adaptarse, así que los 25 hombres y mujeres que forman el grupo llanisco centraron sus esfuerzos en la premisa básica: la ayuda social.

Iker Gutiérrez no recuerda el año en el que se hizo cargo como coordinador del grupo llanisco, pero sí es capaz de hacer balance hasta reconocer cómo ha cambiado la vida y la necesidad de su existencia con el paso de los años. Hay un balance negativo, "la gente no tiene empatía y no suele ser agradecida", lamenta. Durante la crisis sanitaria y el confinamiento la labor aumentó, se intensificó y se tornó más peligrosa. "No teníamos medios, como todo el mundo, no había mascarillas para nadie, así que procurábamos no mirarnos de frente, guardar la distancia?" y así formaban parejas para repartir medicinas, comida, y todo lo que Servicios Sociales dispusiera. Recorrieron las calles alertando del peligro de dejar los domicilios, empezaban la jornadas a las ocho o nueve de la mañana -y a veces a las seis- y la terminaban a las ocho de la tarde, cuando todos salían a aplaudir a los sanitarios. Un trabajo que Gutiérrez no cree "que esté valorado" porque las propias instituciones "no nos toman en serio", lamenta. Alguna vez dudó en si dejar el cargo y el grupo en el que se adentró en 1996, "pero al final, aunque haya decepciones compensa la labor que hacemos, somos una pequeña familia y entre todos nos animamos, vamos saliendo adelante".

Ser voluntario "es algo que o te gusta o no duras ni un año porque hay momentos buenos, pero los hay muy malos, siempre que viene alguien que quiere formar parte les digo lo mismo, vuestro salario va a ser como el mío, cero euros, porque si llega un día en el que cobramos por lo que hacemos dejaremos de ser voluntarios y esto será un trabajo, esa no es la esencia de Protección Civil", defiende. Y sólo les pide tres cosas, "seriedad, disponibilidad y compromiso"

Hasta ahora no han tenido una sede fija. Pasaron de ocupar un pequeño cuarto en el parque de bomberos a tener un espacio en El Rinconín. "El PSOE hizo que La Tijerina pasara a ser titularidad municipal y ahora la nueva corporación la ha arreglado y nos la ha cedido, hemos ganado en calidad del trabajo, tener un sitio donde reunirnos era fundamental", y además, justo.

Iker Gutiérrez que sustituyó en el cargo a Héctor Revuelta, echa la vista atrás para recordar algunas de las historias más crudas que vivieron. Los rescates siempre dejan un sabor amargo si el final no es feliz. Y no lo fue cuando, en su primer servicio, tuvieron que buscar, hasta encontrar fallecida, a una joven soldado en la playa de La Griega. Porque su labor va más allá del concejo de Llanes. El 112 les activa para los rastreos, los Ayuntamientos les llaman para echar una mano en cualquier acto social, las comisiones de fiestas les reclama cuando la masificación se prevé importante y las organizaciones deportivas no podrían celebrarse, en la mayor parte de los casos, sin su ayuda.

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