"De vergüenza". Es como se encuentran algunas pistas ganaderas del entorno del parque nacional de los Picos de Europa. Los pastores y ganaderos intentan equilibrar su trabajo con la llegada masiva de visitantes y montañeros que se acercan al espacio protegido a hacer rutas. El problema no es tanto la presencia del turista como que éste llega sin restricciones, en su vehículo privado, lo más cerca posible de la actividad a desarrollar. La consecuencia: caminos llenos de baches tan hondos que dificultan el paso de vehículos agrícolas, ya sean todoterrenos o tractores.

El ejemplo de esto último se encuentra en la senda de Pandébano que une este lugar de Cabrales con entornos tan visitados como la Vega de Urriellu. El pasado miércoles una pareja caía por un precipicio del camino al intentar esquivar los agujeros que minan el trayecto. Ellos iban a hacer turismo. Los ganaderos y guías profesionales de montaña que tienen que recorrer esa senda para trabajar sufren las consecuencias en sus vehículos con daños que cuestan dinero.

El problema del Parque, dicen algunos ganaderos y vecinos de la zona, es que prioriza el motor económico que supone el turismo al sector primario que lo viene conservando durante los últimos siglos. La ganadería, a menudo, está acosada por una serie de medidas restrictivas y por una batería de prohibiciones que no afecta a los montañeros que llegan, disfrutan del paisaje y se marchan. En coche, eso sí.

Recientemente el alcalde de Cabrales pedía un punto de información e infraestructuras para la zona de Sotres, punto importante de recepción de visitantes que inician decenas de rutas de montaña. Lo hacía después de que los ganaderos y vecinos solicitaran ayuda para gestionar la cantidad ingente de personas que desde hace años llega a la zona en furgonetas en las que pernoctar o turismos que atraviesan impunemente señales de accesos prohibidos.

Pero el problema de las pistas, y de su estado, no solo se reduce a Cabrales ni tampoco siempre tiene que ver con la llegada masiva de coches hasta ellas. En Cangas de Onís, en la zona de los Lagos de Covadonga, el estado de las pistas se agrava año tras año por la falta de actuaciones y de inversiones.

"En abril ya planteamos el arreglo de las pistas de Belbín, Enol y Fana, se comprometieron a acometer obras a la mayor brevedad, pero aún no hemos sabido nada", lamentan en el concejo cangués. Tampoco hay noticias, ni previsiones, del arreglo de la pista que une Huesera con Comella, una zona impracticable en la actualidad "para un todoterreno que tenga que llevar un bang en el que cargar algún animal". Un argayo a lo largo de "unos 40 metros" que se repite con los años pone en peligro la utilidad de esta senda usada para la actividad ganadera.

En la parte canguesa del espacio protegido no culpan a la llegada de turistas, "aquí el acceso se regula y se limita en cuanto se llenan las plazas de aparcamiento que existen", lo que les lleva a pensar que el desgaste continuo, la falta de inversiones y la dejadez del organismo nacional es, simplemente, "una falta de voluntad y compromiso" con el sector que ha conservado el espacio natural que representa un importante impulso turístico, y económico, de toda la región.