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La lucha de un empresario de Arriondas para asentar su negocio de piraguas en su finca

Gonzalo Llamedo pide a la Confederación Hidrográfica que autorice una obra en su propiedad para instalar una nave para su empresa de turismo activo y no tener que cerrarla

La lucha de un empresario de Arriondas para asentar su negocio de piraguas en su finca

Cuatro años de trabas burocráticas y dos décadas al frente de una pequeña empresa de turismo activo (Sellastur), localizada en Arriondas (Parres). Pero, la desesperación ha hecho mella en Gonzalo Llamedo, su titular, pues parece dispuesto a tirar los bártulos por la cantidad de zancadillas y tachuelas encontradas en su largo camino de lucha ante la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC). Clama justicia, ya que considera no se mide a todo el mundo por el mismo rasero, sino todo lo contrario. Meses y meses de presentar papeles y recursos sin que vea la luz al final del túnel.

Lleva estos cuatro años de "pelea" con las Administraciones para poder instalarse en una finca adquirida en Arriondas Norte, de unos 15.000 metros de superficie, donde pretendía instalar su empresa, con todos los servicios necesarios y adaptados a los tiempos que actualmente corren. "Desde siempre fue mi sueño, una empresa en donde pueda trabajar cómodo, con aparcamiento, instalaciones dignas y amplias, ya que ahora estoy de alquiler en un local de unos 60 metros cuadrados y pagando unos 700 euros mensuales durante todo el año para ejercer una actividad de solo cuatro meses por temporada", dice.

Al poco tiempo de adquirirla, Gonzalo Llamedo, recibió una denuncia con sanción económica de 2.000 euros de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico por dejar allí, en una finca suya, en Arriondas Norte, las canoas, dado que anteriormente las guardaba en un almacén por el que debía abonar 450 euros mensuales. "Señores míos, si llegáis a Arriondas y se ven canoas tiradas o depositadas en cualquier orilla del río en dominio público, o sea de todos, y no ocurre nada. Allí siguen y a mí por dejarlas en lo mío, 2.000 euros de multa. Intento hacer las cosas bien y no dejarlas en dominó público, me multas y al resto que las deja en lo de todos no. ¿Qué demostráis con esto qué es mejor hacer lo ilegal que lo legal?", se pregunta el empresario.

Llamedo, vistas las intransigencias y cortapisas ha desistido de construir nada en su propia finca de Arriondas Norte, únicamente pide que "me permitan levantar unas columnas e instalar vestuarios y oficinas, aunque sean de obra, a unos 4 metros de altura y de forma temporal. Estoy atado de pies y manos y no sé qué más hacer, después de mil vueltas. Desde ninguna Administración, bien sea Ayuntamiento y sobre todo Confederación, me permiten hacer nada por la cercanía de la finca al Río Chico, un río que la mayoría de año no trae más de un palmo de agua", comenta.

Sin embargo, desde la Confederación Hidrográfica del Cantábrico exponen que "es un río de alta montaña, torrencial y que aunque el Sella no traiga agua que esté río se desemboca en mi finca y lo lleva todo a su paso. Es de cultura general que si el río grande (Sella) no trae agua, sus afluentes desembocarán en el sin problema", manifiesta Gonzalo Llamedo. "La desesperación llega cuando ves que no todos somos iguales ante las Administraciones, supongo que ya lo sabíais, cuando ves que otras personas construyen empresas de turismo activo, con aparcamientos, grandes instalaciones, parques de aventura, circuitos de quad a las orillas de río Sella. Los que sabemos un poco de esto, sabemos que es el río Sella que da problemas y no el Chico", añade.

"Se permiten festivales en las orillas del río Sella, con más de 30.000 personas, acampadas y de fiesta, en varios fines de semana. Se permite construir y ampliar un geriátrico al lado de río Chico. Se permiten hacer parques infantiles, edificios, colegios, depuradoras instalaciones deportivas y a mí no me dejan hacer nada. Tengo videos y fotos que demuestran que en mi finca solo entró agua en la riadona de 2010, unos 70 centímetros de agua parada; en tanto, en otros lugares en los que, si permitieron construir, bajaba el río Sella desbocado por sus instalaciones", asegura

"En plena pandemia en la que estamos no puedo ejercer mi actividad en uno local de 60 metros cuadrados con un aforo de 19 personas ya que la mayoría de clientes se tienen que quedar fuera, en la calle, en la vía pública, con los consiguientes problemas que conlleva a las personas que circulan por allí y las continuas visitas de Policía Local y Guardia Civil. Nos obligan al distanciamiento social y ¿cómo lo hago en 60 metros cuadrados? Sin embargo, tengo una finca de 15000 metros cuadrados y no la puedo disfrutar. Sólo pido que me dejéis realizar mi sueño y el de mi familia, no quiero favores ni regalos, solo quiero ¡¡Justicia!!", sentencia.

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