Toni Silva es un enamorado de Ribadesella. Y de todo lo que en ella ha acontecido. Reclama para su tierra, entre otras cosas, haber sido cuna y escenario de grandes personajes, y ha dedicado gran parte de su vida a avalarlo con datos históricos. Su última obra es un ejemplo de ello. Se titula "Los Regoyos y Rochelt", y a lo largo de 170 páginas presenta la historia, el arte y el vínculo de estos ilustres con el concejo riosellano.

Silva ha dedicado "muchos años" a la labor de investigación que se esconde tras su último libro. Ha viajado, madurado ideas, recopilado datos, rastreado historias que a menudo se ramifican. Indagó en los lugares donde sus protagonistas vivieron, trabajaron o soñaron. Ha dado vueltas a Europa para sujetar, con pilares robustos, lo que ahora cuenta con sumo cuidado y meticulosidad.

Tiene un formato A4, "para que luzcan bien las reproducciones de los cuadros", editado por la Asociación Cultural Amigos de Ribadesella. Silva narra con tiento la vida de "tres extraordinarios personajes como son el arquitecto Darío de Regoyos Molenillo, su hijo, Darío de Regoyos Valdés, y el también pintor Juan José Rochelt, discípulo y continuador de Regoyos. A los tres debe esta villa su mejor testimonio de gratitud".

Según recoge Silva en el libro, Regoyos Molenillo "estuvo destinado en Ribadesella como celador del primer tramo de la carretera a Castilla, la que iba de Ribadesella por el Pontón hasta Sahagún", y fue quien "diseñó todo el ensanche actual de la villa, las calles largas y rectas, ese trazado de la villa moderna", recuerda, con lo que se hacía justo "reconocerle el mérito", sobre todo después de que haya habido constancia de "muchas noticias erróneas sobre él" pese a contar en su haber con "una obra original y valiosísima".

Fue durante el tiempo en el que el arquitecto estaba en Ribadesella cuando nació su hijo, el pintor. Es cierto que, al poco, se trasladaron a Madrid. Para entonces, Regoyos padre ya "era famoso como técnico de Urbanismo" y fue reclamado como tal en la capital. Se llevó de aquella a su hijo, "que tenía meses", pero "no se nos debe echar atrás nada para reivindicar que sus raíces son riosellanas, el hecho fue que Regoyos nació aquí", reivindica Silva. Y más adelante se iría a Bélgica a formar parte del "núcleo efervescente de la vanguardia del arte europeo de ese momento".

Por su parte, el libro recoge también el vínculo con Ribadesella de Juan José Rochelt Amann, miembro de una familia adinerada de burgueses comerciantes "muy amantes de las artes y las letras" en cuyo seno se "cultivaban todas las artes como amateur". Ellos "con mucho gusto comprendieron enseguida el arte de Regoyos", algo que no era habitual entonces. Rochelt tenía 20 años menos que el pintor "pero era muy amante de la pintura" e inició contactos con el pintor hasta convertirse en su discípulo. "Le enseñó a pintar" y viajaron juntos haciéndolo. "Dicen que Regoyos no creó escuela, pero este es un ejemplo de que sí lo hizo". Rochelt pintó en Ribadesella y en Llanes, Luanco o Luarca. "Recorrió el norte una vez dejaba a su esposa en Algorta", donde tenía una casa.