Bajo un toldo verde que les protege del sol, los vecinos de Carreña (Cabrales) se congregan para rezarle a una Virgen que resulta "más necesaria que nunca". La Virgen de la Salud.

Una imagen que, cuentan los vecinos, solo sale de la capilla por tres motivos: las fiestas, un incendio o una pandemia. Este año tocó doble, y el coronavirus no iba a impedir que la Virgen de la Salud saliese de su encierro para presidir la misa de las 12.30 horas. Este año, más que nunca, Carreña le pide a la Virgen por la buena salud de sus vecinos. Estos, ayer, abarrotaron los alrededores de una iglesia improvisada al aire libre que contaba con un aforo muy limitado. Hubo que mantener distancias.

Este año, los cabraliegos tuvieron que prescindir de la tradicional procesión en la que la imagen paseaba por todo el pueblo. En su lugar, la Virgen hizo un sencillo viaje hasta el lugar desde el que presidió la misa, a la izquierda del altar.

Aunque, obviamente, mermadas por las circunstancias, las fiestas de La Salud siguieron manteniendo su esencia. Muchas mujeres de la capital de Cabrales siguieron vistiéndose de aldeanas para celebrar el día "más importante del año".

Además de los trajes de aldeana de las cabraliegas hubo otra nota de color entre las limitaciones impuestas por el Covid. Durante la misa hubo música. Una banda amenizó la jornada. Gaitas y un arpa, que escoltaron al párroco durante la homilía. Una circunstancia poco habitual en las celebraciones que se han visto en otros concejos desde que empezase la crisis del coronovirus.

El año que viene, cuentan desde la asociación que organiza las fiestas, "La Salud será doble". Pero no solo la celebración. Los cabraliegos confían en que su imagen eche un cable y finalice, por fin, la crisis sanitaria. Y a esa plegaria, seguro que se unen muchos, a un lado y a otro de los límites del concejo oriental asturiano.