Ni lo tuvieron fácil ni se achicaron ante las dificultades. Los "Paisanos del Año" de Piloña tienden a tener en común una vida de lucha y esfuerzo por huir de la miseria y labrarse un futuro a base de trabajo. Felicidad González (88 años) y Modesto Barro (95) son, este año, ese ejemplo que los piloñeses quisieron reconocer en un acto atípico y solitario, alejado del bullicio habitual de la cita en la que se enmarca el reconocimiento, el Festival de la Avellana que se celebra el domingo en Infiesto.

Feli se reconoce "una aldeana que no sabe de feches, ni de historia" y que manejó como pocos el carro que tiraban dos vacas. Aprendió a "sallar, andar a la yerba y llendar les vaques" porque había que ayudar en casa. La infancia de Modesto fue algo más traumática. Su padre, dice, se lo llevó y con él tuvo que trabajar "como un esclavo" hasta que logró escapar a Ques, junto a su madre. Nunca dejó de trabajar, ni de leer.