El Principado no se plantea variar el aforo máximo diario permitido de la cueva de Tito Bustillo, de 150 personas, una vez se supere la pandemia (actualmente el límite es de 25, cinco grupos diarios de cinco personas cada uno como máximo). Así lo apuntó ayer la consejera de Cultura, Berta Piñán, que acudió a visitar la gruta riosellana de pinturas rupestres y prometió más estudios sobre su estado de conservación.

"Queremos hacer esos estudios, siempre los hacemos, y creemos que estas circunstancias anómalas también pueden darnos lugar a algunas reflexiones y datos que hasta ahora no podíamos tener", señaló la representante del Gobierno, que avanzó para este año "algunas obras puntuales sobre la entrada" a la cueva. Un espacio, el denominado centro de visitantes, plagado de goteras y desperfectos. "Tiene algunas deficiencias y queremos acometer alguna obra de aquí a final de año", afirmó Piñán, para quien "todo el mundo debería venir al menos una vez al año" a Tito Bustillo, Patrimonio Mundial de la Humanidad.

La responsable regional adelantó también que, "en el futuro", el Ejecutivo quiere "ver qué tipo de actuación se puede hacer para paliar, no impedir", los desbordamientos del río San Miguel, que atraviesa la cueva y suele causar inundaciones como consecuencia de "fenómenos naturales de estas épocas", en donde las lluvias copiosas y las mareas altas confluyen hasta hacer salir el cauce de su curso. Sin embargo, el problema del río, tal como asumió Piñán, lleva consigo "determinados atascos en materiales que pueden afectar a la cueva". En ningún caso, aclaró la consejera, "afectan a las pinturas ni al arte rupestre", aunque sí lo hacen "a los accesos a la cueva y a algunas comodidades para el visitante", dañando así la imagen de la gruta.