Sorpresa en el arenal de Barro, en Llanes, al caer la tarde. Ayer, varios paseantes que entraron a la playa, en concreto al pozo del Xiglu, se encontraron "miles de bocartes muertos". Un nuevo caso que llama la atención en la costa, después de la aparición de varios calderones en Candás días atrás. Los expertos apuntan que "ambos casos no tienen nada que ver" y entienden que el hallazgo de miles de anchoas muertas "probablemente tenga que ver con que entraron a la ría que desemboca en la playa de Barro a comer y, con la bajada de la marea, se quedaron atrapadas en una poza".

El descubrimiento lo realizaron Francisco Martínez-Cue y Fernando Granda, dos paseantes que se encontraban por la zona. Este último explica que: "Estaba paseando con un amigo por la playa. Se acercó a uno de los pozos y vio algo reluciente. Eran miles y miles de bocartes muertos".

La sorpresa fue enorme, según reconoce Granda, que no recuerda haber visto "nada igual". Sobre los motivos explica no tener "ni idea", aunque entiende que la gente podría preguntarse "si puede tener algo que ver con los calderones de Candás o puede haber un vertido".

Tampoco lo tienen claro los expertos, aunque sí aseguran que "el comportamiento de los boquerones y el de los calderones no tiene nada que ver". Lo cuenta Rafael González Quirós, director del Oceanográfico de Gijón. A su juicio, la explicación más probable es que fueran anchoas pequeñas, que se acercaron a la ría que desemboca en Barro, "a comer" y se quedaron atrapadas en una poza con poca agua, al bajar la marea.

González Quirós explica que la mortalidad entre los bocartes es muy alta: "Tienen la época de reproducción alrededor de junio o julio y cada hembra pone unas 40.000 larvas. Estas, en inicio, son huevos de apenas dos milímetros, que van creciendo hasta que se convierten en lo que llamamos recluta".

Las zonas de puesta de huevos son el borde del talud, junto a la costa francesa y en las desembocaduras de los ríos de toda la costa cantábrica. "Los bocartes que aparecieron en la playa deberían ser de la puesta al borde del talud. Vienen desde el Golfo de Vizcaya, se van acercando a la costa y a veces se adentran en las rías para alimentarse".

El director del Oceanográfico recuerda un caso similar del que fue testigo en 2009, año en el que la anchoa volvió a recuperarse después de una parada biológica de casi cinco años. "Fue en la playa de La Griega (Colunga) y se especuló con un montón de posibles motivos", rememora González Quirós.

Ayer también se disparó la especulación entre los que fueron sorprendiéndose con el hallazgo del masivo deceso de bocartes. Poco a poco, la aparición de las anchoas llamó la atención de las numerosas personas que se encuentran en la localidad llanisca pasando el puente.

En principio, la teoría de la desorientación o la presencia de alguna sustancia en el agua parece casi descartada, a la luz de lo que explican los expertos.