El derribo de la Casa de los Maestros de Lastres se iniciará el miércoles, poniendo final a décadas de reclamaciones de los vecinos, que pedían librarse de un inmueble en ruinas, convertido en un foco insalubre. El Ayuntamiento de Colunga firmó ayer el acta de replanteo, dando por acabados los trámites previos. 

Entre los residentes reina la satisfacción. María José Busta, por ejemplo, podrá volverá a ver la costa de Lastres, como cuando era pequeña. El edificio de cuatro pisos tapió las vistas desde su ventana.“Fue una pena. Pero ahora volveré a ver hasta Ribadesella”, dice esta mujer que ya cuenta con 81 años. Y además, “es ya una cuestión de necesidad”, matiza Eva Granda, vecina del barrio. De no haber dejado pasar tanto el tiempo, “podrían haber destinado las ocho viviendas a alquiler vecinal, que buena falta hace”, lamenta Pilar Llera. Pero ahora, apunta José Ramón Muñiz, “ya es tarde porque todo está dañado. Hace falta que lo tiren ya”. 

Las obras de derribo del edificio, levantado en 1965, se prolongarán durante dos meses y se financian con una partida municipal de 88.000 euros. “Hemos de agradecer el apoyo del PP a la aprobación del presupuesto para poder haber destinado este dinero a la obra”, subrayó la alcaldesa, la socialista Sandra Cuesta, que visitó la zona en compañía del edil popular Justino Pérez.

Ahora, el perímetro del bloque, en el barrio de El Piqueru, será vallado, y algunas calles se cortarán “por seguridad”. Al acabar, quedará un solar donde se podrán aparcar más de veinte coches y un espacio que será cedido al colegio Matemático Pedrayes para que pueda cultivara un huerto urbano. 

Según explicó el arquitecto, Francisco Ferrao, la ubicación del edificio, situado entre casas, el colegio y un centro de usos múltiples, invita a que el derribo sea “manual hasta la tercera planta. Los primeros días se eliminarán el mobiliario y la carpintería; luego de la cubierta hacia abajo, la tabiquería, y ya en la tercera planta se utilizará una máquina para eliminar elementos pesados”.