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Los arqueólogos cargan contra los buscadores de tesoros: “Son furtivos”

Los profesionales critican a los riosellanos que hallaron piezas de la Edad de Bronce por “destruir la información de su contexto”

La Asociación de Profesionales Independientes de la Arqueología de Asturias (APIAA) cree que los aficionados a la “búsqueda de tesoros” con detectores de metales tienen “una forma de proceder que se acerca al furtivismo e incluso al delito de expolio”. El colectivo se pronuncia después de que dos riosellanos hallaran piezas presumiblemente de la Edad del Bronce que ambos entregaron al Museo Arqueológico de Asturias, donde se estudian para conocer su valor.

El director del museo, Ignacio Alonso, que reconoce el interés de los objetos (una fíbula de pie alto, una hebilla y un hacha de talón con dos anillas), desconoce cómo dieron con las piezas los jóvenes riosellanos, pero precisa que el empleo de detectores de metales “es un procedimiento prohibido por ley donde se presuma la existencia de restos arqueológicos”. Y explica que su uso no está permitido “por el carácter destructivo de su empleo y la pérdida de información” que supone hallar restos de ese modo.

Autorización

Por eso, “para su empleo debe contarse con autorización porque la extracción de piezas detectadas por este procedimiento supone la destrucción del yacimiento, si existiera”, subraya el director del equipamiento museístico, que argumenta que “en el caso de las piezas recuperadas y extraídas de su lugar de origen ya no es posible estudiar su entorno, que puede dar valiosa información sobre la época del depósito, usos, comunidad asociada y otros datos que pueden ser de interés. Las piezas arqueológicas proporcionan información en sí mismas, pero en su contexto, la información, los datos, son muy valiosos porque nos sitúan las condiciones del uso y manufactura de la propia pieza”.

APIAA, en una crítica más dura, considera que “la exhumación de un objeto arqueológico, cuando no se realiza en el marco de un proyecto de investigación autorizado, destruye la información que puede ofrecer su contexto estratigráfico”. Por eso, el colectivo afean la práctica y hace hincapié en que el uso de detectores “es muy perjudicial para el patrimonio”. Censura, además, que el museo “está lleno de piezas localizadas por eruditos y aficionados que, lejos de desvelar lo que podrían, son un fiel reflejo de prácticas furtivas”.

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