Los vecinos de Tielve, en Cabrales, llevan “una semana” sin señal de teléfono fijo. Se sienten “totalmente abandonados” y la limitación en la comunicación afecta directamente a su vida diaria –familiar y social– y a su trabajo. Porque el teléfono fijo, que dejó de funcionar el 2 de enero, es su única alternativa: “Aquí no hay cobertura de móvil y la conexión a internet va de pena, sólo teníamos los fijos y ahora ya ni eso. Uno puede asumir que hay una avería y que existe, como nos dicen, una incidencia en la red, pero llevar siete días con el mismo cuento y no poner una solución, no me parece de recibo”.

La queja es de Benigno Pérez, de la quesería y ganadería Rieses. Él trabaja en Tielve, y vive en Arenas. Al acabar la jornada, “a veces a medianoche vuelvo a Arenas y llamo a mi padre, que vive en Tielve, para que se quede tranquilo sabiendo que llegué. Pero ahora no puedo llamarlo. Él tiene que salir fuera del pueblo a buscar cobertura para poder llamarme y quedarse tranquilo, pero luego tiene que regresar a casa, con los caminos helados como están. Así que el que no se queda tranquilo soy yo”, narra.

La población de este pueblo, situado en el interior del parque nacional de los Picos de Europa es en su mayoría de edad avanzada. “Tenemos una vecina de 90 años que únicamente tiene el teléfono fijo para comunicarse, si ahora le pasara algo nadie se enteraría”, lamenta. “Yo entiendo la incidencia, lo que no entiendo es que nadie haga nada por arreglarlo después de siete días así”, afea, cansado de enfrentarse a diario a una situación “propia de otros tiempos”.

Los problemas de telefonía afectan a diario “y mucho, también a la hora de trabajar”. Pérez, de hecho, no puede realizar ninguna labor administrativa de la quesería en Tielve, “donde está fijado realmente mi lugar de trabajo. Descargar un documento o enviarlo es un suplicio”, censura. En el pueblo, resalta Jéssica López, la presidenta del Consejo Regulador de la denominación de origen protegida del queso de Cabrales, “hay cinco queseros que no pueden contactar con el exterior de ninguna manera” y esta circunstancia, en pleno siglo XXI, “no es de recibo”.