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La Escalera de Colores riosellana, “abandonada” pese a su éxito turístico, lamentan los vecinos

Urge repintar los 56 escalones que unen la calle Trasmarina con Villar y Valle porque “no se trata de una actuación costosa”, reclaman en la villa

Una mujer y un gato suben por la Escalera de Colores. | Eva San Román

La Escalera de Colores de Ribadesella ha perdido la intensidad de su afamada gama cromática. Los 56 escalones que unen la calle de Trasmarina y la avenida Villar y Valle se apagan seis años después de haberse encendido. Las frases célebres de cada escalón, escritas por vecinos y personajes riosellanos, apenas se leen en el primer tramo. Y los colores han perdido su batalla contra el tiempo, el sol y la lluvia.

La iniciativa que proyectó el artista local Jonathan Hevia e impulsó el gobierno de Charo Fernández Román consiguió su objetivo: ser un reclamo turístico pero, ahora, a ojos de los vecinos “tiene en un estado lamentable” y “está totalmente abandonada”. No en vano, no se ha vuelto a hacer nada en la popular escalera. “Está bastante descuidada y tiene mucha falta de repintarse, precisamente esta semana lo comentábamos entre unas amigas, habría que hacer algo por ella”, indica la vecina Estela Rosete. “Esta escalera nació para ser un punto turístico y lo consiguió sobradamente, todas las rutas programadas con guías pasan por aquí y de cara a la próxima primavera habría que restaurarla porque, en realidad, no se trata de una actuación costosa”, reconoce. Además, “está en uno de los barrios más emblemáticos de Ribadesella –El Portiellu– y habría que mirar un poco por ella”, apuntó.

Sin embargo, en el barrio “no tenemos mucha suerte”, apunta el chef Jaime Uz, cuyo restaurante, dotado con una Estrella Michelín, se ubica en esta zona. “No sé qué pasa, pero aquí no viene nadie ni a limpiar ni a nada”, indica apuntando a unos grafitis de la calle Trasmarina. “El estado de la escalera no hay más que verlo, decadente, y no podemos olvidar que por aquí pasa muchísima gente que viene sólo a hacerse fotos, a mí me preguntan por ello en el restaurante, ha sido un recurso turístico que ha tenido mucho éxito, no tiene sentido que ahora, por no echar aquí unos pocos litros de pintura, lo dejen perderse de este modo. La imagen que da dista mucho de la que debería dar”, apunta.

Y la decepción de quien la visita influye de forma negativa en la imagen global de Ribadesella. Este verano, “unos amigos recordaban que la imagen era como la de los Cubos de la Memoria e Llanes, una mentira, porque de las fotos a la realidad había un trecho importante, decepcionante”, apunta Cristóbal Fernández, que cree que “cuando abran la comunidad autónoma debería estar repintada y lista, con frases nuevas en los peldaños para volver a atraer a gente”. Porque “es triste dejar morir algo así, algo tan fácil de arreglar”, apunta su pareja, Carmen Cambra.

“El objetivo es alegrar el día a la gente que se acerque por aquí”, apuntó Jonathan Hevia, en la inauguración de su obra. Entonces ya anunciaba que pese a que los 56 peldaños estaban escritos, quedaban muchas frases y “mucha gente con ganas de escribirlas” con lo que el actual Gobierno podría recoger el testigo de aquella propuesta si entre sus planes está remozar la escalera más fotografiada de la villa riosellana.

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