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La “embajada” de sor Ángela

La labor de la religiosa en el Congo, apoyada desde Peñamellera Baja, recibe el aplauso de la diplomacia española en el país

El embajador y, a su lado, sor Ángela, con otra mujer del centro. | Reproducción de Eva San Román

La labor que desempeña en África sor Ángela Gutiérrez sigue despertando orgullo. Entre sus paisanos de Peñamellera Baja, y entre todos aquellos que conocen su entrega para sacar de la marginación a la que tradicionalmente se somete a los enfermos mentales en el Congo, adonde la religiosa marchó de misionera cuando cumplió 31 años.

Ahora, con 73, continúa allí. Abriendo camino a quienes vengan tras ella. Y algo debe de estar haciendo bien cuando acaba de recibir la visita del embajador de España en la República Democrática del Congo, Pablo Montesino-Espartero Velasco, quien, interesado por la obra de la religiosa peñamellerana, acudió a ver in situ en qué consiste su proyecto.

Acudió a los centros de salud mental Telema Matete (abierto en 1991) y Telema Kintambo (creado en 2020) y comprobó que, aunque aún hay tarea por hacer, la senda está bien marcada. “Es un orgullo ver la labor que Sor Ángela lleva a cabo en Kinshasa”, reconoció el embajador. Lo hizo mientras recorría un aula dotada con máquinas de coser que, hace apenas unas semanas, llegaron donadas por el concejo de Peñamellera Baja, cuyo alcalde, José Manuel Fernández, no dudó en satisfacer la necesidad planteada por la religiosa de Panes. Desde ese momento, un total de cincuenta usuarios –muchos más de los que la monja había previsto de forma inicial– pueden utilizar las máquinas de coser como terapia ocupacional, una manera de demostrar a la sociedad y a los propios usuarios que todas las personas, enfermas mentales incluidas, tienen valor y son importantes en su comunidad.

Pablo Montesino-Espartero, con una de las máquinas de coser financiadas por Peñamellera Baja.

El embajador aplaudió la labor de Gutiérrez, que, como muchos otros misioneros españoles, trabaja “siempre al lado de los más necesitados”.

La religiosa asturiana sabe mucho de esto último y sus avances también son motivo de orgullo para ella. “Está muy contenta de cómo está funcionando el taller”, dice su familia. Y ella misma ha reconocido que siempre recuerda a su tierra cada vez que escucha las máquinas y ve sonreír y trabajar a los hombres y mujeres por quienes tanto está luchando.

Sor Ángela fundó los centros para sacar de la calle a los enfermos mentales, que, en muchos casos, eran abandonados por sus propias familias. Porque en el Congo la salud mental –o la falta de ella– sigue siendo considerada una especie de brujería que hay que alejar de los hogares. Poco a poco esa idea va cambiando, pero el proceso es lento. Sor Ángela no desiste y al principio llegó a atender incluso a dos centenares de enfermos al día. Ha ido logrando el apoyo de los congoleños, que, de forma voluntaria, colaboran con ella tanto en los talleres como en las labores y acciones que de forma rutinaria se hacen en los centros. La religiosa, de la congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, fue propuesta el pasado año a premio “Princesa de Asturias” de la Concordia.

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