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Así reposa la imagen de la Santina en el Enol: con 25 kilos de plomos y a 4,5 metros de profundidad

Los buzos de la Federación Asturiana de Actividades Subacuáticas muestran el lugar en el que sumergen la figura, cada año, desde 1972

Lugar del fondo del Enol en el que reposa la imagen durante un año, hasta que cada 8 de septiembre emerge para su cita en la orilla del lago con los fieles.

La emoción invade a los buzos de la Federación Asturiana de Actividades Subacuáticas del Principado cuando, cada año, entran en lago Enol (Cangas de Onís) a recuperar por unas horas la imagen de la Santina que espera en su cueva entre las aguas. Este lugar, el que ocupa en el fondo, pocas veces se había mostrado y menos con la figura de la Santa en el punto exacto en el que reposa durante 365 días hasta que, cada 8 de septiembre, como pasó este último miércoles, emerge a la superficie donde la esperan los fieles a una cita de larga tradición, pues está a punto de cumplir medio siglo.

La Santina emerge y vuelve a bajar al fondo del Enol cada ocho de septiembre desde 1972. Tan solo el pasado año por la situación sanitaria no lo hicieron. Los buzos cuentan qué les impulsa a completar este rito en cada edición. “Es muy emotivo cuando llevas a la Virgen y ves toda la gente que espera en la orilla. Es un momento especial”, comenta Daniel Suárez, uno de los cuatro buzos que el pasado miércoles y desde hace más de una década, se encarga de hacer emerger a la Santina. Sus compañeros en el agua este año fueron David Serrano, Adolfo José Menénez y Pelayo Alija. Este último continúa la tradición que también realizó su padre unos años.

La imagen no flota, pesa 25 kilos. Está hecha de plomos de pescadores que los propios buzos recogieron en el mar y que luego fueron fundidos para conformar la imagen.

Público, contemplando la llegada de los buzos con la Santina a la orilla del lago Enol, el pasado 8 de septiembre.

Una vez que llegan a la cavidad donde se encuentra la Virgen, a unos cuatro metros y medio de profundidad, la hacen emerger con unos flotadores que portan los submarinistas, deshinchados para bajar, e hinchados bajo el agua para subir. Se los ponen debajo a la imagen y con algo más de ayuda de estos profesionales aparece en la superficie. Desde ese momento se desliza sobre el agua empujada por los cuatro buzos.

“Cada año viene más gente. Tenemos personas fieles que no faltan a la cita, no solo de Asturias, también vienen siempre desde otros lugares como Huelva o La Coruña”, comenta Suárez.

A los buzos les llena de satisfacción ver desde el agua lo esperando que es ese momento. Antes de llevarla al altar se limpia y se retoca la pintura si es necesario, pero lo cierto es que la imagen se conserva bien tras pasar doce meses en contacto con el agua.

“Aguanta bien, a pesar de estar en el fondo”, dijo Daniel Suárez. Una vez preparada, se celebra la misa dedicada a la memoria de un buzo fallecido: José Luis Gato Balbín. El próximo año se cumple medio siglo desde que los submarinistas comenzaron a realizar esta actividad. Será una fecha especial y habrá algún acto que lo recuerde, aunque aún no está definido. “Haremos algo, pero aún no hemos decidido qué”, comentó Suárez.

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