Las jornadas de Encuentros en Ponga acogieron ayer ponencias relativas a la fiscalidad para las personas mayores de 65 años y los modelos de financiación, especialmente en lo referente a viviendas colaborativas. De las ponencias se encargaron Silvino Urizar, subdirector general de Caja Rural de Asturias, y Jesús Sanmartín, ex decano del Colegio de Economistas de Asturias. Moderó las intervenciones Abel Fernández, actual decano del Colegio de Economistas de Asturias.

Urizar se centró en definir lo que es el crédito, los riesgos de su solicitud y la necesidad de establecer un plan de negocio adecuado. “El sector bancario es uno de los más regulados de cuantos se puedan poner en comparación”, subrayó el subdirector de la caja.

De cara al inicio de un negocio o una inversión, como sería la vivienda colaborativa, “y mantener su funcionamiento de manera sana y continuada”, será necesario “obtener financiación externa”. “Las fuentes de financiación pueden ser muy diversas pero, la más habitual, es la bancaria, lo que significa pedirle al banco el dinero o los avales necesarios para iniciar o continuar nuestro negocio”, resumió.

El banco estudia el riesgo solicitado por el cliente, “por eso es fundamental conocer cómo funcionan y cuáles son los criterios que usan a la hora de analizar un plan de negocio, cuando este requiere financiación para su puesta en marcha o su continuidad”. En todo esto, según destacó Urizar, se hace fundamental la figura del “plan de negocio”, una herramienta que describió como una instrumento de “planificación y control estratégico en la que los inversores, y en especial los comités de riesgos de las entidades financieras, valoran especialmente la descripción del equipo gestor; la idea de negocio y las diferencias con los de sus competidores”.

En el caso específico de las promociones de vivienda cooperativa, se tiene en cuenta el solar, “que debe estar libre de cargas y con la totalidad de su pago acreditado”; y que el 50% de la promoción esté vendida. La mayor parte de los usuarios de este formato de convivencia, el llamado “cohousing”, son mayores de 65 años, que deben estar atentos a la fiscalidad que enfrentan. Esta la explicó ayer Sanmartín, que destacó las escasas ventajas tributarias de las que gozan: “Se ve que en la vejez interesa más recaudar, para después gastar, que dar incentivos fiscales”.

El exdecano del Colegio de Economistas de Asturias explicó durante su conferencia las ventajas que existen. La primera, relacionada con la transmisión de la vivienda habitual en personas mayores de 65 o con dependencia severa o gran dependencia, que no tributarían por esa ganancia patrimonial. Un caso particular, explicado por Sanmartín, es que “si se tiene más de 65 años y ha trasmitido cualquier elemento patrimonial generando una plusvalía, no tributará por la misma si el importe total obtenido lo destina a la constitución de una renta vitalicia asegurada a su favor, antes de seis meses”.

Se incluyen ahí las empresas, en una serie de complejos supuestos que explicó en detalle por el economista. Resaltó especialmente la llamada “hipoteca inversa”, “una operación financiera especialmente diseñada para mayores de 65 años y personas dependientes, con la que se posibilita convertir en dinero el valor patrimonial que representa la propiedad de su vivienda habitual, sin perder la titularidad. “Se define como un préstamo o crédito hipotecario del que el propietario de la vivienda realiza disposiciones hasta un importe máximo determinado por un porcentaje del valor de tasación en el momento de la constitución, y al alcanzarse dicho porcentaje se deja de disponer de la renta aunque la deuda sigue generando intereses”, concluyó.