La última redera tradicional que queda en el Oriente de Asturias se llama María Teresa Costales Obaya y ayer recibió en Lastres (Colunga) el premio “Muyer Rural del Oriente”, que otorga el colectivo feminista de Muyeres Rurales del Oriente. La de ayer fue la tercera edición del premio.

Teté, que es como todo el mundo conoce a la homenajeada, es natural de Tornón (Villaviciosa), pero llegó a Lastres al casarse con un marinero local.

Como ella misma reconoció ayer, siempre le llamó la atención la elaboración tradicional de las redes, hace 28 años hizo un curso y comenzó a trabajar con ellas hasta hoy.

“En el Oriente solo quedo yo, en Asturias cuatro compañeras en Luarca. Es un orgullo que me den este premio, creo que hay gente que lo merece más que yo, pero la verdad que esto nos hace visibles a las que nos dedicamos a esto”, comentó.

Ayer fue premiada no sólo por ser la única redera, sino también por haber sabido diversificar su negocio porque sólo de coser redes “no se puede vivir”, como ella misma explica.

Desde el colectivo organizador de la distinción se decidió imponerle la Llave de Hórreo en azabache, la imagen con la que se identifica el premio, por ser una mujer rural vinculada a la mar, por su defensa de lo tradicional y por la diversificación de su negocio para poder seguir adelante.

María Teresa Costales (derecha) con Hortensia González, de Huexes (Parres), anterior ganadora del premio María Villoria

“Normalmente no se vincula el trabajo de la mujer rural con la mar y es un ejemplo en la defensa de las tradiciones y en la diversificación del negocio”, comentó Begoña Collado, miembro de la organización del colectivo Muyeres Rurales del Oriente.

En su tienda del puerto llastrino María Teresa Costales vende souvenirs artesanos hechos con las cuerdas de las redes. Pendientes, felpudos o llaveros que cuentan con una gran aceptación.

Otra de las facetas de su negocio son las visitas guiadas en las que explica lo que hace. Ayer realizó una previa al acto de entrega del premio al que también acudió la alcaldesa de Colunga, Sandra Cuesta. Tiene 63 años y le gustaría poder pasar el testigo profesional a alguien. Durante un tiempo dos de los alumnos que tuvo en un curso trabajaron con ella: “Tuvieron que dejarlo porque de esto solo no se vive y les salió otro trabajo”.