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Asturias tiene el 12% de las manadas de lobos que hay en España, concluye un estudio

La socióloga sueca Hanna Pettersson defiende en Benia que cada territorio tenga su propia gestión de la especie, contando con la población

Hanna Pettersson, ayer, en Benia. | María Villoria

De las 300 manadas de lobos que se estima habitan en España, el 12 por ciento de ellas están en Asturias. Es uno de los datos que facilitó ayer en Benia de Onís la socióloga sueca Hanna Pettersson, profesora de la universidad inglesa de Leeds, durante la presentación del estudio “El futuro de humanos, paisajes tradicionales y lobos en España”.

Una de las conclusiones más claras es la necesidad de realizar una gestión del lobo específica para cada lugar, para lo que Pettersson considera “fundamental” tener en cuenta a la población de la zona, algo que recomiendan investigadores de todo el mundo, según indicó, y que debe ocurrir en cualquier gestión “justa” de los recursos naturales. “Para esa gestión tenemos que trabajar mucho más con la gente que vive en la zona. Ellos saben lo que se necesita”, añadió.

El estudio analiza las distintas realidades de la convivencia entre las zonas rurales, la gestión y la convivencia con el lobo en tres espacios. Son la sierra de la Culebra (Zamora), donde siempre han tenido presencia los lobos; La Vera (Cáceres), donde no han llegado aún, y los Picos de Europa, adonde regresaron hace unos treinta años.

La socióloga señaló que el conflicto “es especialmente grave” en los Picos de Europa, “como ocurre en cualquier zona donde la especie regresó después haber desaparecido”, algo que también ha ocurrido en su país, según indicó. “Tenemos que empezar antes a trabajar para mitigar los problema, hacer una gestión proactiva”, recetó.

Un momento de la conferencia impartida ayer.

La profesora explicó que existe una recuperación generalizada de la vida silvestre en toda Europa, en parte por la despoblación rural y por las leyes que apoyan este tipo de procesos. “Necesitamos más biodiversidad para gestiona de forma justa y sostenible”, reseñó.

El estudio es previo a la inclusión del lobo en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (Lespre), por lo que la autora desconoce qué va a significar para las zonas afectadas. Eso sí, cuestionó la forma de tomar la decisión. “No ha ayudado mucho al diálogo. Lo más importante es sentarse con los actores y desarrollar un plan adaptado a cada lugar”, aseguró. También destacó la importancia de los pastizales como uno de los ecosistemas más ricos que se poseen. “No es sólo protección hay que manejar, porque depende de la gestión tradicional de animales y, si no lo hacemos, perdemos un montón de especies”, advirtió.

Petterson alertó de la necesidad de revalorizar la ganadería extensiva en un momento en que todas las políticas avanzan hacia la intensiva: “Tenemos que reflejar el valor cultural y de la naturaleza en el precio de la carne para potenciar la ganadería extensiva”. Afirmó también que la orografía del terreno no permite monitorizar al ganado ni controlarlo con mastines como en otros lugares. Pettersson tiene claro que lobos tiene que haber, pero hay que definir “dónde y cómo”. “Hay espacio para ellos y para los pastores”, concluyó.

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