La emblemática cafetería Alpaca de Infiesto ya no abrirá hoy sus puertas. Después de cuarenta años haciéndolo cada día, a excepción del tiempo obligado de cierre por la pandemia, su dueño Joaquín Diego se jubila, confiando en que pronto se retome la actividad en el local, aunque sea ya en otras manos.
Ayer fue su cumpleaños (65) y un día agridulce, donde la emoción invadió en muchos momentos tanto a Diego, como a empleados y clientes. A Joaquín le enorgullece su trabajo, pero considera que es hora de finalizar la vida laboral y dedicarse a disfrutar de la vida con su familia y sus aficiones.
Para el futuro del local, por el que han pasado miles de personas y generaciones de estudiantes del Instituto de Infiesto, hay varias propuestas, aunque le gustaría que siguiera la actividad hostelera. Lo abrió el 13 de febrero de 1982 junto al que era su socio, Juan Rodríguez, continuando en solitario desde 1984. Se siente “muy agradecido” a todos los clientes, empleados y proveedores con los que ha tratado: “Doy las gracias a todos ellos”.
Este piloñés con vocación empresarial desde niño se siente satisfecho con el proyecto que ahora cierra por jubilación, en el que destaca la gran labor desarrollada por su mujer, Roly Alonso. “La calidad y el buen trato” presidieron su actividad todos estos años.
“El Alpaca ha sido todo, una forma de vida, una escuela, un lugar en el que hice muchos amigos y recibí grandes consejos. Queda un patrimonio humano incalculable y la satisfacción de haber hecho las cosas con cariño”, dijo Diego.
El Alpaca pone el punto final, o tal vez seguido, a una pieza importante de la hostelería del concejo.
