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Ofreció una charla en Llanes sobre Clara Campoamor Alberto Velasco Alonso Historiador y politólogo

“Clara Campoamor es la gran olvidada, España está en deuda con ella”

“Fue una adelantada a su tiempo que luchó por todo lo que tenía que ver con la mujer y no solo por el voto”

Alberto Velasco.

Con estudios en Derecho, Ciencias Políticas, Historia y Comunicación, Alberto Velasco Alonso, burgalés y asiduo del oriente de Asturias, es miembro del equipo de investigación del yacimiento de Atapuerca. Nombrado “embajador” de Burgos y de Atapuerca, su trabajo de fin de carrera en Ciencias Políticas se tituló “Noventa años del voto femenino en España, Clara Campoamor”, centrado en la política, abogada, escritora y sufraguista a la que dedicó una conferencia, seguida de debate, este miércoles en la Casa de Cultura de Llanes. Alberto Velasco reivindica la figura de Clara Campoamor en el cincuenta aniversario de su muerte en Suiza, estima que España sigue en deuda con ella y lamenta que no pudiera morir en su tierra natal como era su deseo.

–¿Por qué ahora Clara Campoamor?

–El 28 de abril se cumplieron cincuenta años de su muerte. Fue una mujer hecha a sí misma, una adelantada a su tiempo, que trabajó como costurera tras la muerte de su padre. Aprueba el bachillerato en dos años, y en otros dos más la carrera de Derecho, unas oposiciones...Murió en Suiza a las 84 años. Estamos en deuda con ella. Escribió, entre otros libros, “El voto femenino en España. Mi pecado mortal”. La verdad es que el pecado lo cometimos nosotros por ser la gran olvidada y no permitirle cumplir su deseo de morir en España.

–¿Tuvo alguna relación con Asturias?

–Su abuelo paterno era asturiano, concretamente de la parroquia de San Bartolomé de Otur, en Valdés, y de ahí le viene lo de Campoamor. Además, estudió algunas asignaturas de Derecho en la Universidad de Oviedo.

–¿Estima que no se la conoce lo suficiente?

–Quiero reivindicar su figura. Las generaciones actuales saben muy poco. Están empezando a conocer su vida con homenajes, porque la estación de tren de Chamartín en Madrid lleva su nombre o por una moneda no de curso legal con su figura...Es el momento y la oportunidad de reivindicar su legado.

–¿Qué destaca de Clara Campoamor en sus conferencias y charlas?

–Lo que hizo para que las mujeres pudiesen votar en 1931. También desgrano algunas de las perlas que los señores diputados le dijeron en el Congreso. Desmonto el mito que existía entonces de que si las mujeres votaban en las siguientes elecciones iba a ganar el bloque de las derechas. A través de una investigación que he realizado, en todas las elecciones generales que se han celebrado en España desde 1931 hasta 2019 el coeficiente de correlación entre que las mujeres pudieran votar o no y el triunfo de cualquiera de ambos bloques políticos es mínimo. Es un 0,21 y, para que sea considerado relevante, tiene que situarse en el 0,70 como mínimo.

–¿Qué representa Campoamor en la historia de España?

–Clara Campoamor ha sido la gran olvidada. Los españoles estamos en deuda con ella. Quería morir en España y no lo pudo conseguir. Intentó quedarse en tres ocasiones en nuestro país, pero el régimen de Franco le seguía los pasos y la hubiera detenido. Lo que querían era que denunciase a sus antiguos compañeros de la masonería a cambio de poder permanecer en España. Ella dijo que no. Se marchó a Suiza en 1936, ya iniciada la Guerra Civil, con su madre anciana y su sobrina. De ahí se trasladó a Argentina hasta 1955, cuando regresó a Suiza, donde vivió escribiendo y traduciendo libros del francés y colaborando en el bufete con su anfitriona. Allí murió en abril de 1972. Sus cenizas entraron de forma clandestina en España y están depositadas en el cementerio de Polloe, en San Sebastián.

–Habla de las “perlas” que sus compañeros dejaron caer en el Congreso sobre aquella votación. ¿Puede recrear un poco aquel momento de 1931?

–Ella quería que las mujeres votasen ya y, por ejemplo Victoria Kent, también diputada en el Partido Republicano Radical Socialista, creía que todavía no era el momento, porque creía que ganarían los partidos de derechas. Si se llega a aplazar la decisión, probablemente la mujer no habría podido votar en España hasta el año 1978, porque luego llegaron la Guerra Civil y la dictadura. Clara Campoamor pide ser miembro de la comisión constitucional integrada por veintiún diputados. No solo lucha por el voto, sino por todo lo que tiene que ver con la mujer. Diputados reputados de 1931 dijeron que la mujer no estaba capacitada, que si era algo era porque tenía genes masculinos, verdaderas barbaridades.

–¿Cómo se logró que saliera adelante definitivamente la iniciativa ?

–Los partidos de izquierda como el Partido Republicano Radical Socialista, Acción Republicana o el Partido Republicano Radical votaron en contra, pero gracias a los 84 votos del PSOE pudo aprobarse el voto femenino. El resultado final fue de 161 votos a favor por 121 en contra. Varios diputados socialistas, Indalecio Prieto entre ellos, abandonaron el Congreso de los Diputados. Julián Besteiro, que presidía las Cortes ese día 1 de octubre, se ausenta del hemiciclo y le deja la presidencia a Barnés, del Partido Republicano Radical Socialista. Barnés es el único que vota a favor del voto femenino en su partido. También lo hicieron, además de los socialistas, las minorías catalana y vasca, los galleguistas, los agrarios de derecha...

–¿Qué falta en la sociedad actual para que se llegue realmente a la igualdad entre hombre y mujer, sin brecha salarial, sin que tenga que haber una ley de paridad o sin que los hombres copen los puestos directivos de las empresas?

–Lo que hace falta es conciencia por ambas partes. La mujer tiene que ser consciente de lo que representa y los hombres tienen que ser consecuentes con la situación actual. En 1931, los hombres se reían, hacían alusiones al histerismo de las dos únicas mujeres que había en el Congreso, donde había unos 450 varones y sólo dos mujeres. Margarita Nilken se incorpora a su escaño en noviembre de 1931. En España, poco a poco, se está consiguiendo con políticas de igualdad que la mujer vaya ocupando puestos. Yo no creo que la discriminación positiva sea buena. Soy optimista y estoy convencido que la mujer ocupará esos puestos por su capacidad, por su valía, y no por el hecho de ser mujer.

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