La llanisca Villahormes volvió a rendir homenaje a San Antonio tras dos años de parón a causa de la pandemia. Lo hizo con la tradicional procesión y una noche de baile en la que, ya de madrugada, se iba a servir una chocolatada con leche ordeñada en el recinto festivo.
La mañana estuvo marcada por el desfile de ramos. Los porruanos portaron con fervor las ofrendas de pan en una comitiva acompañada de decenas de llaniscas que atravesó la carretera nacional, como manda la tradición, hasta recalar en el prado de la fiesta. El día continuó con una sesión vermú en familia, que se alargaría hasta bien entrada la tarde.
Como colofón a la verbena, a eso de las cuatro de la mañana, los romeros iban a degustar chocolate con leche ordeñada en ese mismo momento. "Los niños lo viven con mucha ilusión. Si no los despertamos, no nos lo perdonan", señaló Juan Luis Rodríguez, miembro de la comisión de fiestas.