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Higinio del Río: "Llanes tuvo un papel clave en la historia de la aviación en Asturias"

El periodista publica "Llanes ¡a volar!", un documentado volumen lleno de personajes sobre al aeródromo de la Cuesta, hoy campo de golf

Higinio del Río, con su libro, en el campo de golf de Llanes, donde estuvo el aeródromo. | Julia Quince

El periodista llanisco Higinio del Río, que dirigió la Casa de Cultura de Llanes durante treinta años y hasta junio de 2020, firma el libro titulado "Llanes ¡a volar! Un aeródromo en el horizonte de la aeronáutica de Asturias", que se presenta este viernes en Porrúa. Este volumen en formato álbum, profusamente documentado e ilustrado con fotografías de la época, cuenta la extraordinaria, y relativamente desconocida, relación que el concejo llanisco tuvo con la aviación a lo largo de todo el siglo XX. Una relación que tuvo como escenario el aeródromo de la Cuesta de Cue, un "singular altiplano" donde hoy se ubica el campo de golf municipal. Allí, ya en 1919, se produjo el primer aterrizaje de la historia del concejo, protagonizado por Léonce Garnier. Durante la Guerra Civil el aeródromo de la Cuesta fue utilizado, primero, por pilotos de la aviación republicana y, después, por la Legión Cóndor, la que ejecutó el bombardeo de Guernica. La Cuesta acogió, entre 1944 y 1963, una escuela de vuelo sin motor, de las que sólo había tres en España.

Del Río explica dónde estuvo el origen de este volumen: "En 2011 publiqué el libro “Joaquín Ortiz, un arquitecto racionalista” (Hércules Astur), que en realidad es la historia de la Segunda República en Llanes, porque Ortiz fue un hombre clave en la vida política y social del concejo. Ahí hay un capítulo dedicado a la historia de la aviación, pues en la Segunda República toma impulso el proyecto de hacerse con un aeródromo y Ortiz es el que hace el proyecto para que el Ayuntamiento lo presente en Madrid a la Dirección General de Aviación. Y cuando llega la guerra es él quien diseña el hangar, que fue una virguería que en 1941 desapareció con el viento huracanado qué provocó el incendio en Santander. Es una aportación de él fundamental, como el edificio del aeródromo, que todavía se conserva. Todo eso fue el boceto de lo que podría ser este libro".

Posteriormente, en 2017, Del Río hace la exposición "Llanes ¡a volar!": "Dentro de mi trabajo en la Casa de Cultura lo que más me gustó siempre, que es lo más difícil por otra parte, son las exposiciones de producción propia. Es casi como escribir un libro. Esa exposición gustó mucho porque era una sorpresa. Para empezar, para los propios llaniscos. Yo pensé que convendría hacer un catálogo y así lo propuse". Sin embargo, Del Río no encontró ningún eco en los responsables municipales y ahora se ha decidido a promover su edición "sin ninguna ayuda". El resultado está a la altura de aquella muestra que fue todo un éxito. "Le puse el mismo título que el de la exposición, pero le añadí el subtítulo ‘Un aeródromo en el horizonte de la aeronáutica de Asturias’ pues no habla solo de Llanes. El libro habla de Llanes pero se manejan datos, circunstancias y personas que trascienden a todo es eso. Estamos hablando de Asturias, de la guerra en el norte, del papel de la aviación republicana en la guerra civil…".

Un ejemplo de la proyección de los hechos relatados es el caso de lo que podría considerarse el episodio pionero de las bombas incendiarias de napalm, que ya se utilizaron en la batalla del Mazucu por parte de la aviación alemana. Lo cuenta en su autobiografía el alemán Adolf Galland, que era teniente primero de la Legión Cóndor, citado en este libro por Higinio del Río. "Dado que los milicianos se refugiaban en cuevas, en grietas, la Luftwaffe ideó esta terrible máquina de matar que es la bomba incendiaria". En el libro se subraya el "papel clave" que jugó el aeropuerto de Llanes durante la guerra civil. "El enlace que hay entre Madrid y Asturias a efectos de mandar aviones, material de guerra y prensa diaria de la capital de la República es a través de Llanes", explica Del Río.

"El libro tiene una línea cronológica y comienza contando el caso de una broma, una travesura periodística, que se publica en el semanario local “El Oriente de Asturias” el 27 de diciembre de 1913, cuando se anuncia que al día siguiente aterrizaría en la villa el intrépido aviador Juan Pombo. La llegada de aquel pionero de la aviación española, que nunca se produjo, fue, sin embargo, una especie de visión de futuro: "Esa broma me pareció muy simpática para empezar porque, lo que no sabía el redactor, era la importancia que iba a tener Llanes en la aviación mucho después".

El libro "Llanes ¡a volar!" es un documentado desfile de personajes y hechos, muchos de ellos sorprendentes y desconocidos para el gran público. En sus páginas puede leerse, por ejemplo, la historia de la primera aviadora de España: "María de la Salud Bernaldo de Quirós, llamada Eca, que nació en Madrid, pero cuyos padres eran de Llanes. Era sobrina de la Marquesa de Argüelles e hija de los marqueses de los altares". Fue conocida como "Miss Golondrina".

Otro de los personajes citados es el aviador Benjamín Gutiérrez Junco, "el más interesante" de todos los que aparecen en el volumen, a juicio de Higinio del Río: "Es un hombre que se hace a sí mismo y que tiene también una envoltura de misterio. No sabemos cómo acabó. En la Segunda Guerra Mundial parece que participó al servicio de los aliados, pero no está muy claro. Alguien dice que le vieron en un hospital francés y que volaba un avión norteamericano cuando se recupera Francia". Benjamín Gutiérrez Junco nació en Parres de Llanes en 1900 y en 1921, para evitar ser reclutado para ir a la guerra del Rif, se escapó a Francia, donde se formó como mecánico y piloto de aviación. Fue piloto de la aviación republicana.

Higinio del Río ha rescatado todas estas historias, y muchas más que aparecen en el libro, después de un minucioso trabajo de documentación, en muchos casos en los periódicos de la época, que leyó "línea a línea, casi con el dedo manchado de tinta". El resultado es este libro de lectura ágil, repleto de fotografías de los protagonistas y sucesos citados, y donde se refleja la pasión de su autor por "la pequeña historia local, esa donde no hay posibilidad de mentir porque es una historia compartida, que la vivido todo el mundo". El siguiente vuelo de su carrera como historiador de lo local, que casi siempre resulta mundial, es trazar una visión de la historia de Llanes en el siglo XX a través de sus personajes.

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