Luis Lacasa, el riosellano que diseñó el pabellón español para el "Guernica" y "El segador"
El olvidado arquitecto dejó su sello en París, en la Exposición Internacional de 1937, ideando un edificio símbolo de la lucha contra el fascismo

Alberto Sánchez y Luis Lacasa en Pekín, en 1958.
La ciudad del Sena ha lucido este verano más hermosa si cabe. No en vano, la celebración de la 33 edición de los Juegos Olímpicos convirtió a la capital francesa en un hervidero de turistas, curiosos y locales que presentaron al mundo un París interracial, abierto, cosmopolita, igualitario y, en definitiva, icónico, bajo el lema "Juegos bien abiertos".
Casi 90 años antes, un 22 de diciembre de 1934 y con una clara finalidad política (pues se pretendía, así, legitimar el gobierno de la República), el Ministerio de Asuntos Exteriores francés invitó al gobierno de España, mediante una carta oficial, a participar en la Exposición Internacional de Artes y Técnicas aplicadas a la Vida Moderna que iba a celebrarse tres años después, en 1937. En un ambiente prebélico y terriblemente tensionado como consecuencia de las circunstancias políticas y sociales que se estaban viviendo, España terminó por aceptar su participación en la muestra, el 28 de abril de 1936 (apenas tres meses antes del estallido de la guerra civil), mediante una Orden del Ministerio de Industria y Comercio.

Miró, pintando el gran mural conocido como "El segador". / LNE
La exposición tenía como lema "por el progreso, el trabajo y la paz" y pretendía mostrar al resto del mundo los avances técnicos llevados a cabo principalmente por Francia, así como las obras de los más relevantes artistas del momento. Esta muestra tuvo, entre sus principales protagonistas, a dos nombres de origen asturiano: el comisario jefe, José Gaos González Pola, nacido en Gijón (y más tarde exiliado a México) y el arquitecto riosellano Luis Lacasa Navarro que, junto al barcelonés José Luis Sert, fueron los encargados de construir el pabellón español de la exposición internacional parisina. A Gaos le acompañaban, como adjuntos, los escritores José Bergamín y Max Aub, el pintor Josep Renau y el arquitecto gallego José Lino Vaamonde Valencia, mientras que el cineasta Luis Buñuel se encargó de llevar a cabo la realización de todos los elementos audiovisuales de la muestra.
El pabellón, diseñado por el riosellano y el catalán, de unos 1.100 metros cuadrados, fue inaugurado en julio de 1937 y tenía como principal objetivo conseguir el apoyo del resto de potencias internacionales contra el fascismo, así como el de tratar de liberar a España del empuje de este movimiento. Lacasa y Sert crearon, en un claro contraste con la monumentalidad del resto de pabellones, una estructura simple y racionalista en torno a un patio central, mezcla de tradición y modernidad, con la intención de mostrar un proyecto en el que se expusieran obras de cierto contenido político que permitieran exhibir el apoyo de grandes nombres del arte español a la causa republicana.

El pabellón de España en París, diseñado por Lacasa. / LNE
La exposición se abrió al público entre el 25 de mayo y el 25 de noviembre en la zona del Campo de Marte y en los jardines de Trocadero. Tal y como señala la experta Carmen Fernández Aparicio, en el pabellón español, frente a la entrada, se instalaron tres esculturas: El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, de Alberto Sánchez; Montserrat, de Julio González y "Dama oferente", de Pablo Picasso. En el patio de la planta baja se exponían el "Guernica" y Mercury Fountain (Fuente de mercurio, con la idea de mostrar la producción de mercurio de las minas españolas de Almadén) de Alexander Calder y, en los pisos superiores, el Payés catalán en rebeldía (conocido como "El segador"), obra mural de Joan Miró (hoy desaparecida), y los fotomontajes del artista valenciano Josep Renau, entre otras obras. Además, y para completar la exhibición, en otro patio semidescubierto, se mostraron espectáculos de danza y representaciones teatrales, así como proyecciones cinematográficas, todos ellos bajo la atenta mirada de Buñuel. Picasso también exhibió en la exposición esculturas como Cabeza de mujer o Bañista, ambas de 1931, además de una serie de dibujos relacionados con el "Guernica" y sus grabados Sueño y mentira de Franco, realizados apenas seis meses antes al aguafuerte y aguatinta sobre papel.
El pabellón se desmontó una vez terminada la muestra, en 1938 y, atendiendo a la historiografía, buena parte de las obras regresaron a España, pero tuvieron que mantenerse ocultas durante el periodo del gobierno franquista. Casi 40 años estuvieron escondidas en el Palau Nacional de Barcelona (actual sede del Museo Nacional de Arte de Cataluña) y no se dieron a conocer hasta su exposición, medio siglo después, en el Palau de la Virreina y en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) en 1986 y 1987 respectivamente. Precisamente es en esta institución donde se conserva la maqueta, realizada en 1987 por Juan Mirón (con dirección de Josefina Alix), que reproduce la arquitectura del pabellón tal y como lo concibieron Lacasa y Sert.

El "Guernica", que estuvo expuesto en París. / LNE
El riosellano mantuvo una magnífica relación de amistad con el cineasta Luis Buñuel, con Federico García Lorca y, especialmente, con su cuñado Alberto Sánchez (ambos estaban casados con las hermanas Soledad y Clara Sancha). Este realizó un autorretrato, hoy en colección particular, en el que se muestra a ambos en el interior de un estudio de artista, sentados a la mesa, en la que se sitúa una botella, dos vasos y restos de comida, en una actitud de cercanía que da buena cuenta de la amistad que les unía.
Desgraciadamente Luis Lacasa tuvo que exiliarse a Moscú antes de finalizar la guerra y fue inhabilitado de modo perpetuo, en 1942, por el Colegio de Arquitectos de Madrid por sus ideas de izquierdas. En el país soviético terminó por fallecer en 1966, aunque intentó regresar a España algunos años antes sin lograrlo. Sin embargo, y a pesar de que aún siga siendo un desconocido para muchos, Lacasa contribuyó a la creación y diseño de un sinfín de proyectos urbanísticos (entre ellos la Ciudad Universitaria de Madrid) que hicieron de él un hombre comprometido y un firme defensor de una arquitectura con fines sociales y utilitarios.
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