Bricia (Llanes) celebra con devoción a la Virgen de La Paz

Los vecinos festejaron el día grande de su fiesta más importante, con una amplia participación popular

J. Quince

Empezó lloviendo, pero el día quedó "muy guapu". El buen tiempo parece siempre acompañar las fiestas en el concejo de Llanes y ayer no iba a ser menos para Bricia, en la parroquia de Posada. Los vecinos salieron a la calle mirando al cielo con preocupación, pero las nubes fueron dejando poco a poco espacio a un sol que protagonizó el día grande de sus celebraciones en honor a Nuestra Señora de La Paz.

La festividad arrancó al mediodía frente a la Casa Concejo de la localidad, donde los parroquianos se reunieron para recoger los ramos, decorados con mimosas, la flor característica de esta celebración. Se trata, tal y como muchos consideran, "de la fiesta más importante de la parroquia", y cuya tradición, según señalaron, está más viva que nunca: "Lo bueno es que cada año hay más y más críos, por lo que parece que la celebración está creciendo", expresó Raquel Díaz.

La procesión comenzó encabezada por la Banda L'Alloru, formada por siete gaiteros, dos tambores y un bombo, y acompañada por el estruendoso sonido de los voladores. Detrás y en carricoches, las dos aldeanas más pequeñas de la comitiva: Martina Villa, de dos años y Elsa Villar, de tan solo siete meses: "Es la primera vez que participan en la fiesta", explicaron con orgullo sus madres.

A continuación, avanzaban las imponentes ofrendas, la más grande de roscos de pan salado, la mediana dulce, y la pequeña de rosquillas. Para cerrar el cortejo, como es habitual, desfilaban medio centenar de mozas vestidas de llaniscas haciendo sonar sus panderetas.

Un paseo bajo el sol animado de música tradicional que invitaba a los locales a sumarse al colorido pasacalles, aunque no tanto a los conductores que, con paciencia, aguardaban en una carretera totalmente ocupada para continuar su camino. El recorrido, no exento de anécdotas, se alargó más de lo previsto debido a un pequeño contratiempo "técnico" causado por el peso de la ofrenda que llevaban los más pequeños: "No pueden con él", se oía decir entre risas. Sin embargo, la procesión avanzó con entusiasmo hasta alcanzar su destino: la capilla, junto a la joguera de 30 metros plantada por los vecinos una semana antes, donde tendría lugar la misa en honor a la Virgen de la Paz.

Con los ramos mirando hacia el altar, los cánticos de las aldeanas, acompañados por la percusión de Javier Rozada y Luis Manuel Rodríguez, llenaron el ambiente de solemnidad. Tras la eucaristía, se celebró la tradicional subasta de los roscos de pan y la demostración de los bailes regionales, un acto que se repitió por la tarde para deleite de los asistentes. Una gran verbena a cargo de la Orquesta Waykas Family y el Grupo Alhambra, cerraría la jornada festiva ya entrada la madrugada.

La fiesta de La Paz busca superarse año tras año, aunque el esfuerzo de su organización recae casi por completo en Unai Ruenes, el único integrante de la comisión de festejos. A pesar de contar con la colaboración de sus vecinos, Ruenes no pierde la oportunidad cada mes de enero de lanzar un llamamiento para que más personas se impliquen activamente: La gente siempre echa una mano, pero yo animo a que más personas se apunten y ayuden, no solo en la parte económica, sino también en la colaborativa para moverlo más, que hace falta", subrayó.

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