Infiesto vive con pasión su Vía Crucis viviente: "Es una experiencia increíble"

Una jornada de tradición y devoción con más de 300 figurantes recreando las 14 estaciones del camino hacia la crucifixión de Jesús, en la celebración más esperada de la Semana Santa piloñesa

Infiesto vive con pasión su Vía Crucis viviente: "Es una experiencia increíble"

julia quince

J. Quince

Infiesto (Piloña)

Caminar por las calles de Infiesto en la tarde del Viernes Santo es como adentrarse en un escenario bíblico, donde cada rincón revive los últimos pasos de Jesús tras ser condenado. Desde hace once años, un espectacular Via Crucis viviente convierte la localidad piloñesa en Jerusalén, telón de fondo de una representación que, por momentos, se percibe como real. La ambientación, el silencio respetuoso del público y la entrega de los más de 300 figurantes hacen que todo parezca auténtico, como si uno se hubiera trasladado al tiempo y al lugar donde ocurrieron los hechos que relata la Pasión.

Si bien el Jueves Santo se escenificaron tres momentos clave, la última cena, la oración y prendimiento en el huerto de los olivos, y el juicio ante el Sanedrín; esta jornada culmina la historia con un recorrido dramático que sigue el camino de Cristo hacia la crucifixión: "El primero fue un día muy emotivo, pero este es el más potente", señaló José Antonio Peruyero.

Es por ello que todos los ojos estaban puestos en el cielo, que amenazaba con romper. Y así fue, la lluvia y el viento fueron la peor combinación para el temor de los vecinos ante la posibilidad de suspender el evento. "Sería una pena que el tiempo lo estropeara. Trabajamos mucho y los que lo hacemos lo vivimos con mucha intensidad", señalaba entonces Tino Sierra. Sin embargo, como si de un milagro se tratase, el sol reapareció justo a las 18:00 horas, momento en el que comenzó este gran teatro al aire libre.

Poco a poco, fueron desapareciendo los paraguas en la Plaza Mayor, donde se iba a desarrollar la primera escena: el juicio de Jesús ante Poncio Pilato y Herodes. Tras esta, un Jesús interpretado con mucho afán por Daniel Samalea, coronado con espinas y flagelado por los romanos, cargaría con la cruz hasta el siguiente escenario, la plaza del Ayuntamiento.

Allí se reencontraría con su madre, la Virgen María, rota de dolor, mientras Cristo continuaría su camino por la calle Covadonga hasta llegar al Gólgota, lugar de la crucifixión y muerte en la Plaza del Ganado.

El decorado, la música sacra y la pasión que ponen los actores a los personajes, envuelven de solemnidad a los espectadores que se convierten testigos de este relato ancestral. Cada una de las catorce estaciones de este periplo tiene su carga simbólica, y la puesta en escena es profundamente sentida. Y es que no es lo mismo que te lo cuenten, que verlo o, mejor aún, vivirlo: "Es una experiencia increíble que te hace sentir como si formaras parte de ella", apuntó Ana Salgado.

Los protagonistas de este espectáculo no son otros que los propios vecinos del concejo, quienes trabajan y ensayan durante semanas. Muchos actúan, repitiendo los mismos roles año tras año, otros colaboran en la preparación de decorados, los vestuarios y otros aspectos logísticos. Lo viven con fe, devoción y mucho respeto y, así, lo recoge el público: "Solo podemos estar en silencio, disfrutar y aplaudir muy fuerte por lo que hacen", comentó Raquel Díaz.

Así culminó el Vía Crucis viviente de este año en Infiesto, con una gran ovación a aquellos que tratan de mantener viva una tradición que ya forma parte de la identidad local. Los piloñeses se despidieron de la jornada con el Santo Entierro y con la esperanza de que, algún día, esta singular Semana Santa sea declarada de Interés Turístico Regional, un reconocimiento que consideran merecido por su valor cultural y por el esfuerzo y dedicación que le han puesto desde su inicio en 2014.

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