En Covadonga más que el apagón preocupaba el agua: esta es la explicación

Todos los edificios del santuario reciben el suministro líquido gracias a unas bombas eléctricas que lo llevan desde la captación hasta el depósito

La explanada de la basílica de Covadonga, a media tarde de este lunes, vacía.

La explanada de la basílica de Covadonga, a media tarde de este lunes, vacía. / Ramón Díaz

Ramón Díaz

Ramón Díaz

Llanes /Covadonga

Covadonga inició la jornada de este lunes comenzó con bastantes visitantes, lo que un hostelero de la zona achacó a las excelentes previsiones meteorológicas para la jornada. El apagón no pareció influir en un primer momento en las personas presentes en Covadonga, aunque ya por la tarde se notó un importante descenso en el número de peregrinos. Pero la preocupación en el santuario no era la luz, sino el agua. Ocurre que la localidad recibe agua gracias a unas bombas que funcionan gracias a la energía eléctrica, ya que es necesario bombear el líquido desde la captación hasta un depósito situado muchos metros por encima.

Por la izquierda, Javier del Barrio Veneros y José Manuel Fierros Mori, en el Gran Hotel Pelayo.

Por la izquierda, Javier del Barrio Veneros y José Manuel Fierros Mori, en el Gran Hotel Pelayo. / Ramón Díaz

Había preocupación en el Gran Hotel Pelayo de Covadonga por la posibilidad de que se agitara el agua, ya que ayer tenía una ocupación del 80 por ciento, según manifestaron el encargado del establecimiento, José Manuel Fierros Mori, y uno de los empleados, Javier del Barrio Veneros. La ausencia de luz y el hecho de que hubiera 50 reservas para cenar de un grupo de turistas alemanes llevó a los responsables del hotel a proponer a los visitantes adelantar la cena a las siete de la tarde. Lo aceptaron sin ningún problema.

Unn autobús tras pasar la barrera del acceso a los lagos de Covadonga.

Unn autobús tras pasar la barrera del acceso a los lagos de Covadonga. / Ramón Díaz

Durante la jornada funcionó sin problema el plan de acceso en transporte púbico a los lagos Enol y La Ercina. Hubo "poca gente para el buen tiempo que hacía, pero tampoco fue muy diferente de un lunes 'normal'", señaló un empresario de la zona. La única diferencia con cualquier otro día fue que la barrera del acceso a la carretera de los Lagos, eléctrica, no funcionó, así que los controladores tuvieron que utilizar pivotes, que solo quitaban para dejar pasar a los vehículos autorizados.

Mientras tanto, las policías locales de los municipios del Oriente que cuentan con este servicio patrullaban por las calles, vigilando cualquier incidencia. No hubo ninguna de importancia. Tampoco en el Hospital del Oriente de Asturias (HOA), según fuentes sanitarias.

Colas en la gasolinera de la Vega, en Posada de Llanes, a primera hora de la tarde.

Colas en la gasolinera de la Vega, en Posada de Llanes, a primera hora de la tarde. / Ramón Díaz

En Cangas de Onís, la principal preocupación era la residencia de ancianos. Pero operarios municipales del servicio de Obras llevo al edificio un generador y el potencial problema quedó solucionado antes de que surgiera. La luz volvió a la capital canguesa a las 19.45 horas. Un minuto más tarde llegaba también a Llanes.

La gasolinera De la Vega, en la autovía del Cantábrico, a la altura de Posada de Llanes, es uno de los pocos negocios de la zona que siguió funcionando con normalidad durante toda la jornada de ayer, gracias a un potente generador. Tiene como elemento central un motor de camión, se alimenta con gasóleo y genera energía suficiente para las dos zonas de gasolinera, dos bares, dos tiendas, un área de lavado y engrase, las oficinas y otros servicios.

Juan Traviesa y Paco Santoveña, atienden a un cliente en la gasolinera De la Vega.

Juan Traviesa y Paco Santoveña, atienden a un cliente en la gasolinera De la Vega. / Ramón Díaz

"Encendemos el generador todos los domingos para que esté siempre a punto en caso de fallo eléctrico", señaló Alberto de la Vega Balmori, uno de los propietarios de la estación de servicio, que vivió momentos de auténtico atasco, ya que era una de las pocas que surtía combustible en todo el norte de España. Entre los empleados, Juan Traviesa y Paco Santoveña se afanaban para atender a todos los clientes.

Alberto de la Vega Balmori junto al generador que permitió mantener en funcionamiento la gasolinera De la Vega.

Alberto de la Vega Balmori junto al generador que permitió mantener en funcionamiento la gasolinera De la Vega. / Ramón Díaz

Una de las personas que llegó "con muchos nervios" a la gasolinera De la Vega fue la gijonesa Dolores Gómez, que regresaba a Asturias después de unos días de asueto en La Rioja. Se enteró del apagón "por la radio" y, aunque todavía le quedaba un cuarto de depósito empezó a buscar dónde repostar. Hasta en tres estaciones de servicio le dijeron que no la podían atender, ya que los surtidores funcionaban exclusivamente cuando hay electricidad. "Me estaba poniendo cada vez más nerviosa, así que cuando vi esta gasolinera y colas esperando me lleve una alegría", comentó.

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