Un empresario asturiano contrata a un sintecho que llevaba más de dos años viviendo en el aeropuerto de Barajas: "Me llamó la atención"
El hotelero Fernando Fernández ofrece trabajo fijo e indefinido, alojamiento, pensión completa y el sueldo pertinente a un joven de 28 años, que llega "lleno de optimismo" a una Asturias que no conocía y que le parece "hermosa, increíble"

Ramón Díaz / Agencia ATLAS

Salvador Méndez sabe que le ha caído del cielo una oportunidad para rehacer su vida. Y está dispuesto a aprovecharla. Hasta hace dos días este madrileño de 28 años era uno de los sintecho que malviven en el aeropuerto de Barajas. Su suerte cambió cuando el empresario peñamellerano Fernando Fernández lo vio por televisión relatando las penurias que viven cientos de personas sin hogar. «Me llamo la atención, envié un mensaje al programa y nos pusieron en contacto».
El empresario le ofreció un trabajo fijo e indefinido como camarero de pisos, con alojamiento, pensión completa y la remuneración pertinente. El sintecho aceptó al instante. Llevaba viviendo en la calle, en el aeropuerto, desde diciembre de 2022. Pasaba la noche en un saco de dormir, en el suelo, «todo muy precario».
El cambio ha sido radical: no está acostumbrado a recibir un trato familiar como el que se ha encontrado en su nuevo hogar, el hotel La Molinuca, en Peñamellera Alta.
Abandono familiar
¿Cómo acabó Salvador Méndez en la calle? «Falta de trabajo, abandono familiar, falta de apoyo de amigos…», relata, para a continuación exponer cómo vivía en el aeropuerto: «Mal comer, mal dormir, mal estar, mal lavarse…», destaca. Estudió Imagen y Sonido y producción musical. Trabajó como Dj y como productor musical, «hasta que llegó el covid». Entre 2020 y 2022 estuvo un tiempo «tambaleándose» y resistiendo gracias al apoyo de unos amigos que acabaron marchando de España, lo que lo dejó en la calle.
Este martes fue su gran día: hablo con Fernando Fernández por teléfono y se le abrió un mundo nuevo. Como ya no había posibilidad de conseguir plaza ni en tren ni en autobús para viajar ese día, el empresario reservó una plaza de bus para el miércoles, a las ocho de la mañana: Madrid-Unquera por Torrelavega. Esa noche, Salvador Méndez durmió por última vez en la T1 de Barajas.

Fernando Fernández –izquierda– y Salvador Méndez, en La Molinuca. / Ramón Díaz
El madrileño afronta esta nueva etapa «lleno de optimismo» y con ganas de demostrar a los demás y a sí mismo que puede reordenar su vida. «Aunque hoy el día esté gris (comentaba ayer), lo veo lleno de color, veraniego». Asegura, además, que Asturias le parece «hermosa, increíble» y en cuanto pueda hará fotos «de la montaña, de los árboles, de todo, porque es un mundo completamente diferente a Madrid».
El caso es que Salvador Méndez ve por fin un futuro y promete esforzarse «a tope y en todo lo que necesite Fernando». Sabe que el trabajo de camarero de piso es duro, pero no le asusta. «Con consistencia y disciplina se consigue todo», afirma.
La otra cara de esta historia humana es la de Fernando Fernández, un empresario natural de Narganes (Peñamellera Baja) y criado en Unquera, en Cantabria, de 52 años de edad, quien antes de hablar con Salvador Méndez le comentó a su mujer si le parecía bien su idea de contratarlo. Le pareció muy bien.
Un hotel apartado
No es la primera vez que hacen algo parecido. La pareja ya lo ha hecho varias veces más. Durante la pandemia, por ejemplo, mantuvieron el hotel abierto a los indigentes, a los que después ofrecieron trabajo. Tres personas sin hogar estuvieron entonces en el hotel. Uno de ellos aceptó la oferta de trabajo y estuvo dos años. «Le enseñé a cocinar y ahora trabaja en cocina en el País Vasco. Aprendió muy bien», comenta el emprendedor asturiano, que lleva 9 años al frente de La Molinuca.
Aquel empleado decidió cambiar de aires, porque no tenía coche. Y es que uno de los «problemas» del hotel es que está apartado, y se necesita vehículo para ir a cualquier parte. De ahí que acabe haciéndose duro para quien no dispone de transporte. «También trabajó en el hotel otra chica sintecho una buena temporada», señala.
¿Cuál será el trabajo de Salvador Méndez? «Hacer camas, limpiar habitaciones. Porque de camarero (de barra) necesito a alguien con experiencia. Pero para camarero de pisos, la chica que tengo para las habitaciones le enseñará en una semana. Es duro, pero no tiene complicación: limpias el baño, limpias la habitación y haces la cama. No tienes que aprender recetas, ni cosas raras», destaca Fernando Fernández, un motero que además del hotel tiene también un bar en Panes, La Fábula.
La primera impresión del empresario fue que su nuevo empleado es «un poco acelerado», pero confía en que será solo el cambio radical que ha vivido y los primeros días. «Ya le he dicho que ha venido a trabajar», comenta Fernando Fernández, que ha enfocado el hotel al mundo de las motos y de los paquetes promocionales, ya que la pesca y la caza, que funcionaron muy bien en esa zona –y en el hotel– durante décadas, «se acabaron. Ahora hay más cormoranes que salmones», finaliza.
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