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La escondida cueva de hielo de Asturias que es un espectáculo de luz y color: a 2.150 metros de altitud y en el corazón de los Picos de Europa

La gruta de Peña Castil forma parte de los "himalayas subterráneos" que tiene la Cordillera Cantábrica y a ella se llega tras más de dos horas de ascenso por la montaña

Cueva de hielo de Asturias

Cueva de hielo de Asturias / MIKI LOPEZ

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

En un rincón escondido del Macizo Central de la Cordillera Cantábrica se encuentra una espectacular cueva de hielo. La cueva de Peña Castil, ubicada a más de 2.000 metros de altitud, a un paso del famoso Urriellu, que es para la vista un espectáculo de luz y color. Llegar allí es como retroceder en el tiempo. No en vano los hielos de esta gruta se remontan a inicios de la Pequeña Edad de Hielo o incluso antes, según las últimas investigaciones.

Cueva de hielo de Peña Castil

Cueva de hielo de Peña Castil / MIKI LOPEZ

La gruta de Peña Castil forma parte de los "himalayas subterráneos" de los Picos de Europa, un patrimonio helado que la Universidad de Valladolid, con el geógrafo cántabro Manuel Gómez Lende a la cabeza, puso de relieve en 2015. Y es que en los Picos hay catorce simas de mil metros de profundidad, una característica que no tienen otros macizos del mundo.

Desde el precioso pueblo de Sotres

El camino para llegar a la cueva de hielo asturiana no es apta para todos los públicos. De hecho, no hay camino. Hay que conocer bien el terreno e ir acompañado de un guía de montaña. El recorrido "más rápido" parte desde las vegas de Sotres, uno de esos pueblos de postal del Principado. Desde allí abajo se puede ver Peña Castil, un pico más de los muchos que dominan el paisaje, situado a tres pasos del famoso Urriellu (o Naranjo de Bulnes), con Torre del Carnizoso y La Morra en el medio.

Cueva de hielo de Peña Castil

Cueva de hielo de Peña Castil / MIKI LOPEZ

Más de dos horas de ascenso

La vista es traicionera y empequeñece la distancia hasta la cúspide. Parece no estar tan lejos, pero lo está. Son dos horas y media de ascenso a buen ritmo por el canal del Fresnedal. Pero el esfuerzo merece la pena. La cueva está escondida de verdad. Hasta que no estás allí mismo, no la ves. La boca de la gruta se encuentra a 2.150 metros justos de la cumbre de Peña Castil (2.444 metros de altitud), a la que se accede por una pronunciada rampa de gravilla de roca caliza.

Ya se siente el frío. Ahí está la cueva de hielo, que parece de otro mundo. La gruta es una belleza que se esculpe a menos de un grado centígrado de temperatura en pleno verano. En el suelo, el hielo toma tonos blancos, azules y verdosos. Todo un espectáculo de color, tan trasparente por algunas zonas que hasta se aprecian hojas y ramas bajo el manto.

En peligro

Pero Peña Castil no es ajena a la tendencia a escala planetaria de reducción de las masas de hielo cavernario. ¿El causante? El calentamiento global, que está derritiendo el encanto de esta cueva, que cada año tiene menos estalactitas. Otro tesoro golpeado por el cambio climático.

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