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Ramón Díaz

Orientalia

Ramón Díaz

Democracia directa

Claro que la democracia directa es el sistema ideal. Pero habrá que respetar también a quienes prefieran la representativa, aunque sea por comodidad. ¿Y si son más, qué? Porque la formula asamblearia exige un tiempo y una dedicación de los que muchas personas no disponen o no están dispuestos a ceder, con lo que lo mismo prefieren ser representados. Está claro que una democracia directa requiere una gran dosis de educación (cívica, democrática y política). Lo ideal es empezar desde abajo, desde la escuela. Y aprovechar, por ejemplo, los conceyos públicos. Pero aplicarla ahora mismo, sin más, marginaría a muchas personas (a buena parte de los mayores, a los que no les gusta hablar o manifestarse en público...). Quizá mucha gente más que una democracia directa quiera representantes honestos, honrados, íntegros... Algo que no garantiza la actual partitocracia dedocrática sin división de poderes.

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