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Fernando Granda

Una langosta en el verde mar

La invasión del cangrejo rojo de río en el humedal de El Llagu

La curiosidad que detenía a algunos paseantes, niños y adultos, la provocaban hasta hace poco los cuatro burritos negros que pastan por los prados circundantes de El Llagu. También se paraban los tantos peregrinos que caminan desde muy temprana hora por este tramo del Camino de Santiago entre la playa de Barru y el humedal que aún por el verano mantiene parte del agua. Pero desde hace unas semanas el aliciente ha cambiado, los perros ya no ladran a los jumentos negros que se acercan a buscar el pan que les tiran los niños. Ahora mucha gente se detiene ante unos bichos pequeños con antenas y unos brazos delanteros con tenazas puntiagudas que se atreven a atravesar la calzada y asustan a algunos viandantes.

"Mira mamá, una langosta" gritaba un chavalín al encontrar en plena acera a un cangrejo rojo americano de río que había saltado de la laguna y con sus tenazas abiertas y levantadas amenazaba a los viandantes. Unos metros más adelante y al otro lado de la carretera un joven le enseñaba a su angelito otra "langosta" rojo-oscuro mientras la apartaba con un palo hacia las hierbas para salvarla del abundante tránsito de vehículos que se dirigía hacia la playa. Mientras tanto, los vecinos y agricultores de la zona se alarman.

El Llagu es un humedal que aumenta y mengua en agua según la estación y que este año perdió poco líquido por las lluvias de primavera y julio. Se encuentra entre Llubeces, Las Cuartas, Los Barzaniellos y La Tabea. En él habitaban ranas, anguilas, tritones y distintos invertebrados que daban vida a su contorno verde. Ni las urbanizaciones crecidas a su alrededor habían cambiado su estructura y su hábitat. Los respetan y hasta intentan protegerlos. Pero la paz parece que toca retirada.

Algún insensato, malintencionado, desaprensivo, ignorante ha echado un montón ejemplares de la especie de cangrejo rojo de río americano y las ranas han desaparecido, no hay anguilas ni tritones e ignoro si queda algún bicho por los alrededores. Esa clase de cangrejo es un gran depredador que ataca a todo lo que se le acerca que tenga vida. Ya no cantan las ranas ni las aves autóctonas o migratorias se acercan a pescar entre los pequeños animales que habitaban en la charca. Y acabada la fauna, los devoradores con tenazas puntiagudas se lanzan por los campos. Puede que hayan cazado ya a topillos, ratoncillos de campo, pequeñas culebras, escarabajos, gusanos y cualquier otro miembro habitual de la fauna campestre. El temido invasor provoca daños por donde pasa; se comen todo, puestas de peces y anfibios, insectos, destrozan arrozales y campos sembrados. Siembran la desolación entre los agricultores y son dificilísimos de erradicar, se reproducen rápidamente, un desastre. Quienes conocemos algo de esta especie hemos cazado los que hemos visto y explicado a curiosos que son peligrosos para el hábitat. Nunca lo hubo en El Llagu pero aparecen cada día. Han entrado pescadores con redes y celebardos con el fin de acabar con ellos pero no conseguimos exterminarlos.

El Llagu de Barru, se le supone como laguna amparada por leyes medioambientales, está prácticamente aislado y su única conexión con otras zonas húmedas o el mar es por filtración. Por esa razón la única explicación apunta a la "repoblación" hecha por algún desaprensivo con aversión a su fauna: ranas de San Antonio, tritones crestados (hermosas especies protegidas ambas), libélulas, escarabajos, mariposas y numerosos animales indefensos e inofensivos.

Barru tiene una ría, El Bau, en la que viven cangrejos (cámbaros), variada fauna marina y pescadoras aves. Pero se encuentra lejos de El Llagu y sin atisbo de cangrejo rojo americano. Esa "langosta" en el mar verde de las praderas.

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