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José Antonio Coppen

Emilio Serrano, la brisa y el mar de Ribadesella

Una persona eminentemente entrañable, con un rodaje y una experiencia vital a prueba de demostración

Es fácil hablar o escribir de una persona eminentemente entrañable como lo es Emilio Serrano Quesada, con un rodaje y una experiencia vital a prueba de demostración. Emilio no es que sea un trozo de Ribadesella, es que es Ribadesella. Invocar su nombre es al mismo tiempo nombrar a Ribadesella. Aparte de una vida empresarial y actividades desarrolladas en pro del turismo de Asturias, cuando esta actividad en la región era una entelequia, Emilio Serrano con su otra obra, en este caso escrita, dejará especialmente para futuras generaciones un importante balance de cerca de un siglo sobre la vida y aconteceres de su preciosa Villa, que él lleva esculpida en su corazón. Pocas personas sienten con tanta pasión e intensidad al pueblo que le vio nacer al desarrollarse como persona y también como empresario. Casi nos atreveríamos a señalar que Emilio es tan conocido en Asturias como en Ribadesella, y esta excelencia no ha sido gratuita, hay que trabajarla. El éxito no es una donación, es una conquista.

Otra de las facetas que hay que destacar inevitablemente de este personaje peculiar de Ribadesella, es la del gran sentido de la amistad, que yo comparto. La confianza debe de seguir a la amistad y el discernimiento precederla. No hay amistad más que entre las gentes de bien, según Séneca. No debiéramos contraer amistades a la ligera, más debemos conservar siempre las que hicimos. No confundamos la verdadera amistad, con la que se alimenta sólo de la gratitud. Y es que la amistad entre Emilio Serrano y el que suscribe viene de años. Un día no tan lejano, en su casa, con otros amigos, el periodista César y Ángel Álvarez, al firmar en el libro de visitas, escribí: “Si algún día hubiera que levantar en Asturias un monumento a la amistad, habría que hacerlo con la figura de Emilio Serrano en su lugar de nacimiento, en San Martín de Collera”. Y es que realmente se lo merece.

En este preciso momento que he decidido valorarlo y admirarlo, más que al amigo, a la persona de Emilio Serrano, debo incluir aquí cuando en compañía de nuestro común amigo el citado César Álvarez, asistimos a un acto en la Casa de la Cultura de Ribadesella. Emilio era coprotagonista en una representación teatral con la popular Menchu Álvarez del Valle. Fue tan loable su interpretación, que días después LA NUEVA ESPAÑA publicaba un comentario mío referido a su actuación bajo el título “Ha nacido una estrella en Ribadesella”, que Emilio no ocultó que mi descubrimiento como actor le había empoderado.

En apoyo a lo que acabamos de afirmar, tengo que recordar que en enero del 2009, LA NUEVA ESPAÑA, valorando en su justa medida la trayectoria de Emilio Serrano, nombró al empresario y escritor riosellano “Asturiano del mes”. Como escritor pongo el acento en su obra “¡Brisas de mar y silencios”, que no tiene desperdicio, un volumen de 375 páginas y excelentes reportajes fotográficos. El libro está prologado en profundidad por nuestro común amigo, de Serrano y el que suscribe, Ángel Jiménez Lacave, prestigioso oncólogo. Pocas veces hemos comprobado que un prologuista dedique una exposición tan amplia y clarividente en un libro. Hablando de libros, querido Emilio, lo digo con toda sinceridad y honestidad, llegado el momento, que será cuando tu lo decidas, claro, esa densa y excelente colección de libros que acumulas en tu biblioteca, suponemos la donaras al Ayuntamiento de Ribadesella para que la conserven como se merece. Es el mejor legado que puedes dejar a tu pueblo.

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