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Fernando Granda

Caravanismo y una legislación obsoleta

Las restricciones excesivas resultan perjudiciales para la llegada de turistas ávidos de conocer Asturias

La legislación asturiana sobre las autocaravanas no solamente está obsoleta sino que también es contraproducente y hasta podría ser aconstitucional. Parece demasiado restrictiva para un turismo que llena hoy las carreteras astures. Quizá fue hecha para proteger el sector turístico de camping y hoteles pero la capacidad de estos establecimientos tiene un límite y las restricciones legales han sido superadas por esa gran avalancha de visitantes que tanto espera nuestra comunidad.

Las comunicaciones en el Principado han cambiado mucho en los últimos años. Hoy día puedes ir al monte, a la playa, al campo, a jugar al golf, a comer a un restaurante de fama en una jornada sin prisas, yendo y viniendo sin problema a casa, al hotel o a cualquier alojamiento. Todo está más cerca con las actuales vías de comunicación, además de poder comprobar la meteorología, la capacidad y las posibilidades de cada playa, de cada negocio hostelero desde un simple smartphone. Las restricciones para la circulación, aparcamiento y establecimiento de las autocaravanas en Asturias se distancia de la legislación nacional y es adversa a la llegada de visitantes, de turistas, ávidos conocedores de nuestra geografía, de nuestro paisaje, de nuestra gastronomía, de nuestras costumbres, de nuestra idiosincrasia.

Cuando las autocaravanas empezaron a aparecer por las carreteras las leyes no contemplaban su circulación y los campings se protegían de las acampadas libres que proliferaban a pesar de estar prohibidas. Pero los campamentos veraniegos fueron llenándose, su ocupación tendió a ser permanente y las posibilidades de viajes repentinos o no planeados con bastante antelación empezaron a escasear o ser entre difíciles e imposibles. El camping ha ido pasando de la tienda de campaña al apartamento de madera, móvil aunque difícilmente transportable: el mobilhome. No chocaba frontalmente con la legislación. Claro que al ser casi permanente y difícilmente transportable las parcelas de estos campamentos desaparecían o escaseaban de tal forma que encontrar una libre para plantar una tienda de lona era casi un milagro. Y el mismo problema lo sufrían las autocaravanas y campers, al tiempo que los lugares registrados para pernoctar lucían casi permanentemente el cartel de completo.

Además, la facilidad de desplazamiento, la comodidad de tener un vehículo que a la vez fuese vivienda (sin tener que montar, instalar y desmontar) hizo el resto. Pero la legislación no varió con el tiempo a pesar de la evolución de las nuevas formas de campismo. Y las carreteras se llenaron de vehículos-vivienda que no podían aparcar en las zonas oficialmente acotadas. Al contrario que en Europa, y especialmente Francia, los ayuntamientos rechazaban establecer zonas para caravanas y autocaravanas, con servicios esenciales de luz, agua, desagües… Tanto en la costa como en la montaña, especialmente en los aledaños a las estaciones de esquí.

En Francia cada municipio tiene su zona equipada para caravanas y autocaravanas, la mayoría en terrenos cercanos al centro de la población. En España existen centros para este tipo de turistas pero son escasos. En muchos municipios no solamente no los hay sino que son rechazados. Aunque los pueblos deberían comenzar a trabajar el concepto de área de autocaravanas para fomentar otro turismo, que no deja el dinero en hoteles pero sí en panaderías, restauración y otro muy diverso tipo de pequeños comercios.

En la reciente edición del Tour de Francia contemplamos a diario centenares de autocaravanas a lo largo de todo el recorrido. Son vehículos generalmente con gestión de su autoservicio de aguas, claras, grises, negras; vehículos que no enturbian la vida de una población. Las restricciones extremas pueden llevar al incivilismo, como acaba de denunciar el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Llanes, incidencias de graves comportamientos de varios caravanistas. Pero la equiparación de la legislación asturiana con la nacional hace suponer que estas actitudes se corregirían.

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