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Higinio del Río

Un traspaso de poderes lejos de la capital

El relevo de Rodríguez-Vigil por Antonio Trevín en la Presidencia del Principado

Asturias amaneció en mayo de 1993 sacudida por el “petromocho”, el repentino escándalo surgido tras el anuncio de una supuesta y multimillonaria inversión saudí para construir una industria petroquímica en Gijón, que al final resultaría ser una engañifa. El presidente del Gobierno regional, el socialista Juan Luis Rodríguez-Vigil Rubio, presentaba su dimisión y se producía entonces en el centro del poder político asturiano un obligado cambio de guión que aupó a Antonio Trevín Lombán. El maestro de escuela, alcalde de Llanes y diputado regional resultaría elegido por el grupo parlamentario del PSOE para el relevo.

El traspaso de poderes –más bien, la entrega de información esencial y sensible por parte del presidente dimitido– tuvo lugar en un inusual escenario, alejado de los focos mediáticos de Oviedo: el despacho del director de la Casa Municipal de Cultura de la villa llanisca, que sería discretamente ocupado por ambos políticos, solos y sus circunstancias, a lo largo de dos o tres mañanas, ante los retratos fotográficos de Pedro Pérez Villa, “el Sordu”, y de Pilar Pérez Bernot, la de La Pilarica (hechos, respectivamente, por Cándido García Ovejas, en 1916, y José García Arco, en 1942).

En la atmósfera de ese lugar, antiguo palacio del político decimonónico José de Posada Herrera (Llanes, 1814-Llanes, 1885), flota un empaque histórico, perceptible incluso a los ojos de los advenedizos y advenedizas. Sus paredes conservan el eco de la alta política de Estado, aunque el ilustre dueño de la mansión, en palabras de Sosa Wagner, no pudo pasar en su tiempo de la segunda fila política, pues Narváez, O’ Donnell y Espartero “le comieron la tostada”. Posada, que tuvo allí siempre su despacho, su rincón íntimo de trabajo, fue, en todo caso, una figura colosal: padre del Derecho Administrativo, diputado y senador, director general de Instrucción Pública, ministro de Gobernación, embajador ante la Santa Sede y presidente del Consejo de Estado, del Congreso de los Diputados y del Consejo de Ministros (es, hasta la fecha, el único asturiano que ha llegado a presidir el Gobierno de España).

Ocupar esa estancia (que hoy, como estamos viendo desde hace un año, es objeto de deseo obsesivo y cómico) es el privilegio que lleva consigo el ser director o directora de la Casa de Cultura de Llanes. Se ubica en el ala oeste del palacio de los Valdés Posada (en el que murió Posada Herrera, no en el que nació), está en la segunda planta y se accede a ella a través de un estrecho paso abierto en la galería desde la sala de estar de la mansión, convertida en el salón de actos del centro cultural desde su inauguración en diciembre de 1987.

Una puerta trasera permite el acceso a una escalera de factura medieval que sube a una torreta almenada, sobre la calle lateral, y desciende al patio palaciego y a la finca anexa que hoy es propiedad de la familia Tamés.

Después de las jornadas de trabajo con Trevín en aquel despacho, Rodríguez-Vigil abandonaría la política y se dedicaría a dar conferencias y a escribir libros (uno de ellos, titulado “Bruxas, lobos e Inquisición”, sobre el proceso judicial en el siglo XVII a una misteriosa mujer de Posada de Llanes llamada Ana María García).

Trevín, por su parte, presidiría el Ejecutivo regional hasta las elecciones siguientes (1995) y sería luego delegado del Gobierno en Asturias, presidente del Consejo de Comunidades Asturianas y diputado del Congreso en Madrid, hasta su renuncia al escaño por insalvables desavenencias con Pedro Sánchez.

http://higiniodelriollanes. blogspot.com.es

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